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En la próxima primavera David Cronemberg cumplirá 80 años. El marciano de Toronto entrará en su novena década sin ceder, ni cambiar, un milímetro. “Crímenes del futuro”, como buena parte de su obra anterior, provoca reacciones de estupor, incomodidad, rechazo, asco, perturbación…y una enigmática atracción. Siempre ha sido así por más que luego sus películas no pierden su magnetismo sino que crecen como semillas germinales que alimentan incontables sueños y pesadillas de otros.

Abundan las interpretaciones, con mayor o menor autoridad etimológica, sobre el origen y significado de expresiones como la que da título al tercer largometraje del esforzado Jordan Peele, un cineasta de origen afroamericano que recoge el testigo edulcorado de la reivindicación racial de Spike Lee.

Aunque los cimientos sobre los que se construye “El rey ciervo” provengan de la obra de Nahoko Uehashi, reconocida narradora de literatura fantástica y autora entre otros relatos de “Moribito”; la sombra de “La princesa Mononoke” sobrevuela y vigila de manera omnipresente todos y cada uno de los intersticios de esta versión en anime de “El rey ciervo”.

El metaverso todo lo impregna, todo lo justifica, todo lo traga. Cree en él Mark Zuckerberg, el factótum de Facebook, uno de los dueños del mundo. Se sabe que en el metaverso y los mil y un avatar, ha puesto toda su fortuna. Y como hay muchos intereses en juego y es mucho lo que se juega, la industria del espectáculo secunda con fervor lo que se supone va a ser el mundo que está por llegar.

Aunque el referente hegemónico del vampirismo suele ser masculino, desde Nosferatu a Drácula, se suele obviar que el origen de los no muertos descansa en la historia de la condesa eslovaca Erzsébet Báthory nacida en 1560, en el boyante y sanguinario tiempo del imperio austrohúngaro.