El 20 de agosto de 1987 se estrenó en España “Depredador”. Había dos motivos incontestables para acudir a verla. Al menos para quienes en aquel tiempo no hubieran superado los 35 y supieran gozar con el cine ochentero de acción. La principal se llamaba John McTierman, su director.

Al paso que vamos, dentro de unos años, cuando se repase la historia del cine español, se concluirá con la evidencia de que Belén Rueda habrá sido al género de terror del primer tercio del siglo XXI lo que Pepe Isbert fue a la comedia española de los años 50.

Hasta ahora, Ari Aster era un total desconocido. Un chaval alumbrado hace 32 años en la Nueva York que se encaminaba hacia su transformación en un parque temático. Nació al final de la década de los 80 y la ciudad de Woody Allen y Martin Scorsese sufriría, poco después, bajo la batuta de su alcalde Rudy Giuliani, algo más que un cambio de maquillaje.

Bajo tres banderas aparece “No dormirás”, una película dirigida por Gustavo Hernández que se adentra en el suspense bajo la advocación a Polanski. Todo el mundo se aferra al hacer de un cineasta que convirtió su vida en una fuga permanente. Y aunque es posible que algo del autor de “El quimérico inquilino” se proyecte sobre este No “dormirás”, su sustancia vital mira hacia dos hechos muy diferentes y aquí encadenados.

“Un lugar tranquilo” re/clama la paz de los cementerios, la inmovilidad de las ruinas y el silencio de los muertos. Esta esmerada y meritoria incursión en el género del terror posee muchas virtudes y una penosa servidumbre. Sin esta última estaríamos hablando de un filme de culto, de una obra importante. Podría haber sobrevolado hasta el territorio de Stalker de Tarkovski.

Caminar por el filo de lo grotesco se suele hacer o bien desde la insensatez temeraria o bien desde el arrojo inteligente. El contenido que nos aguarda en este viaje al averno de Paul Urkijo ni teme al ridículo ni se esconde en lo convencional.

Se cumplen diez años exactos de la aparición de Frontier(s), primer largometraje de Xavier Gens y obra que le encumbró de manera inmediata. Nacido en Dunquerque en 1975, Gens entraba en el pabellón de directores franceses llamado a alumbrar una época de oro en un género, el del terror, poco atendido y peor comprendido en una cinematografía devota del cine de autor y/o de la comedia popular.