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La casa del remordimientoTítulo Original: WINCHESTER: LA CASA QUE CONSTRUYERON LOS ESPÍRITUS (WINCHESTER) Dirección: Michael y Peter Spierig  Guión: M. y P. Spierig, T. Vaughan  Intérpretes:  Helen Mirren,  Jason Clarke,  Sarah Snook,  Angus Sampson País: Australia. 2018  Duración:  99 minutos  ESTRENO: Marzo 2018

La casa que preside este relato de fantasmas y lamentos existe en la realidad y se parece mucho a la que aquí recrean los hermanos Spierig. Construida a finales del XIX con el dinero ganado por Winchester, el fabricante de armas enriquecido con la conquista del Oeste, la casa maldita tardó 38 años en ser terminada. Fue la viuda de William Wirt Winchester, el inventor del rifle de repetición, quien asumió su creación. La idea que impulsó la empresa sabía del sentimiento de culpa, y estaba atemorizada por la premonición de un medium que metió en la cabeza de la viuda heredera que todos los muertos por las armas Winchester, reclamaban venganza.
Para contener la furia de los fantasmas ofendidos, Sarah Winchester ideó una casa-laberinto. Casi 500 puertas, escaleras que no iban a ningún lado, cuartos falsos, ausencia de espejos,… En fin, un extraño delirio que simplemente describirlo en clave de cine documental ya sería apasionante.
Y eso, pasión, es precisamente lo que los hermanos Spierig no muestran en ningún minuto. Entre el ruido o la sugerencia, producción manda, o sea se impone el estruendo. Entre asomarse al abismo de las almas en pena o dedicarse a dar sustos al estilo del tren de la bruja, la película se despeña por el lado más insulso. Pese a coescribir el guión, los Spierig, autores de Predestination (2014) y Saw VIII (2017) desaprovechan una gran oportunidad. De origen alemán y nacionalidad australiana, Peter y Michael parecen querer aunar ambas referencias de su genealogía. Es decir, optan, en principio por un clima de tensión y sugerencia. Desde el arranque se da a entender que el tono aspira a enfrentarse a la historia con un tratamiento riguroso. De hecho, así lo hacen, pero hay dos agujeros por donde se pierde su compostura. La concesión a lo comercial y un argumento sostenido por un único personaje que no es un arquetipo al servicio del susto fácil. Ese personaje es el de Sarah Winchester, encarnado por Helen Mirren. En ella empieza y en ella termina lo único no olvidable que posee esta casa encantada menos inquietante que muchas de las que le preceden, y le han precedido unas cuantas.

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