En su empeño por reivindicar las habilidades de quienes sufren alguna singularidad que dificulta su interacción social, los guionistas de Hollywood van a conseguir que lamentemos no padecer algún tipo de desorden heredable y heredado. Estos excesos de buenismo hipócrita, alcanzaron un grado de estulticia extrema con Rain Man.

Tan banal como brillante, Focus podría haber sido una reinvención de El golpe de George Roy Hill; una interpretación contemporánea de unos granujas amables. Hay una larga lista de obras que han reiterado el paradigma; o sea que muestran a rateros sin maldad y/o delincuentes sin violencia redimidos por la vileza de quienes controlan el mundo. Aquí, la hipotética denuncia social no existe, aquí todos aparecen (re)tratados como personajes simpáticos e inofensivos; muñecos de guiñol de un teatrillo de cachiporra y mentiras.