eugeniegrandet-imagen

Ahora, ningún exhibidor (nos) propone hacer un programa doble; aquellos festines maratonianos donde, con acierto o no, se invitaba al público a sumergirse durante horas en un pulso entre (dos) películas. Un duelo del que casi siempre salía ganador el espectador que, durante una larga tarde y/o noche, desconectaba por completo de las miserias cotidianas.