Nuestra puntuación
4.0 out of 5.0 stars

Título Original: AINDA ESTOU AQUI Dirección:  Walter Salles  Guion:     Murilo Hauser, Heitor Lorega. Libro: Marcelo Rubens Paiva Intérpretes:  Maeve Jinkings, Fernanda Torres, Selton Mello y Fernanda Montenegro, Humberto Carrão País: Brasil. 2024  Duración:  137 minutos

Desaparecido

Walter Salles (Río de Janeiro, 1956) cautivó a la cinefilia de medio mundo hace 27 años con «Estación central de Brasil» (1998), una radiografía realista y nada complaciente protagonizada por Fernanda Montenegro. Brutal y dolorosa, aquella crónica daba noticia de la vitalidad inextinguible de una cinematografía con maestros enormes, pero al mismo tiempo no ocultaba la miseria moral de su país arrasado por un sistema militarista, autoritario y criminal. Desde aquel filme, Salles se ha prodigado menos de lo que se esperaba. De hecho, desde su incursión en el mundo de Jack Kerouac, «On the road» (2011), no había dado señales de vida. Y en ese camino, un reguero de producciones dispares mucho más irregulares de lo que se nos prometía dieron noticia de una trayectoria más errática de lo esperable.

«Aún estoy aquí», como lo mejor de su cine, vuelve su mirada hacia el propio interior de su país para recrear un relato verídico inspirado en las memorias de Marcelo Rubens Paiva en las que narra el horror abisal del periplo de su madre, la esposa del diputado izquierdista Rubens Paiva, que fue detenido por el gobierno durante la dictadura militar de Brasil, en 1971.

Hijo del embajador y banquero ya fallecido Walter Moreira, Salles , este director conoce perfectamente el terreno que pisa. Con la seguridad que imprime recorrer tierra hollada, Salles construye en «Aún estoy aquí», una palpitante odisea levantada sobre un álbum fotográfico, una serie de estampas en movimiento con las que se dibuja el deseo de conmocionar, denunciar y convencer. Quienes recuerden «Estación central de Brasil» no habrán olvidado el último detalle de aquel viaje iniciático entre un huérfano y una maestra desengañada, donde las fotos del final se imponían como un lazo afectivo para transcender.

Aquí todo gira en torno a fragmentos de vida. Reconstruida con devoción ante la historia real que ilustra, el filme recrea el comienzo de los 70 y el miedo de una sociedad en la que los derechos civiles habían desaparecido. Salles, que no oculta su deseo de perturbar, encierra su relato en una crónica descarnada que ancla su desenlace con dos saltos temporales de discutible necesidad. Se permite un autohomenaje al contar con Fernanda Montenegro, madre de Fernanda Torres, para encarnar al mismo personaje y con ella regresa un Salles que parece hacer el cine con colmillos que antes hacía.

 

 

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