Un mes y un día antes de que Franco diera rienda suelta a su naturaleza de depredador sanguinario con el «alzamiento nacional», nació Ken Loach. Aunque en su filmografía la guerra civil española ya había estado presente, fue cincuenta y nueve años después cuando Loach filmó «Tierra y libertad», su visión de una contienda, más bien una masacre, que él reconstruyó de manera espartana.
La cuestión es que «Un amor» parece un tobogán emocional donde la masculinidad se dibuja en su diversidad, sin que sepa responder a las demandas de su principal personaje.
Formalmente irreprochable, «El asesino» ha sido filmada con la precisión de un geómetra esclavizado por el lujo. En esta «still life» la poderosa sombra de Netflix vuelve a ser sospechosa de banalizar lo que toca en aras al éxito de audiencia.