Un principio fundamental para quienes se dedican al oficio del cine les/nos recuerda que lo que en el papel -en la pantalla del ordenador- no se asienta con firmeza, la gran pantalla del cine nos lo arrojará a la cara. En “Fatum”, o sea en el destino, el hado, la “Moira”, hay síntomas de mala digestión.
La pieza sobre la que se edifica este descenso al infierno de la enajenación, parte de una idea preñada de deseos reivindicativos. “Harka” aspira a poner rostro a uno de esos ciudadanos anónimos cuyos gestos dan lugar a puntos de inflexión que sacuden al mundo. Son personajes de nombre olvidado y biografía invisible.