Tanto en “Ikuru” (1952) de Akira Kurosawa, como en “Living” (2022) de Oliver Hermanus, una de sus imágenes más emblemáticas es aquella que recoge a sus protagonistas, Takashi Shimura en el filme nipón, Bill Nighy en esta adaptación británica, balanceándose en el columpio de un parque.
Todo, como es costumbre en las últimas obras de Hong Sang-soo, aparece en gris. Todo se tiñe en matices y sutilezas que se agitan entre el blanco y el negro y que rara vez se muestran blancas o negras. Todo es gris salvo ese estallido de color al final del relato que rueda la novelista a la que referencia su título.
Como se desprende de la visión del tráiler, Tom Hanks no puede ser el peor vecino del mundo, al menos no con el aspecto que luce en este filme de Marc Forster ni en las circunstancias de ese microcosmos vecinal que retrata una fábula agridulce habitada por personajes de peluche.