Habría que preguntarse por qué dos de los directores que mejor han sabido desvelar el núcleo duro del freakismo y el arrabal cañí, Alex de la Iglesia y Santiago Segura, ahora, en 2018, con apenas unas semanas de diferencia, estrenan sus últimas películas levantadas sobre historias ajenas.
Richard Linklater ocupa un lugar muy especial en la cartografía de los cineastas estadounidenses del siglo XXI. En su trayectoria de rara avis, rara por singular e iconoclasta, su cine parece atrapar el tiempo en una suerte de acronía.
Caminar por el filo de lo grotesco se suele hacer o bien desde la insensatez temeraria o bien desde el arrojo inteligente. El contenido que nos aguarda en este viaje al averno de Paul Urkijo ni teme al ridículo ni se esconde en lo convencional.