
ISLA DE PERROS
El formalismo de Isla de perros, su equilibrada belleza de geometría y orden, la impecable y contagiosa banda sonora, las simetrías de ácido y miel y las innumerables citas cinéfilas, contribuyen a cegar la mirada de quien observa lo que acontece en esta distopía canina. Incluso la ya imparable aureola de Wes Anderson y sus obras precedentes no hacen sino incrementar la distorsión ante lo que realmente acontece en el interior de este atípico e inclasificable filme.