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Balboa frente a La Motta
Título Original: GRUDGE MATCH Dirección: Peter Segal Guion: Rodney Rothman; basado en un argumento de Tim Kelleher Intérpretes: Sylvester Stallone, Robert De Niro, Alan Arkin, Kevin Hart, Jon Bernthal, Kim Basinger y Camden Gray Nacionalidad: USA. 2013 Duración: 96 minutos ESTRENO: Enero 2014
Robert de Niro, aunque hace veinte años que no trabaja de verdad, ha protagonizado algunas de las más bellas e inmensas películas del siglo XX. En ellas hizo de (casi) todo. Una de las más grandes, lo convirtió en boxeador; en un fajador imponente vencido por el sobrepeso, la gula, el alcohol y la vanidad. Silvester Stallone, probablemente uno de los más limitados actores de su tiempo, ha filmado decenas de películas insustanciales pero pasará a la historia por su creación de dos personajes emblemáticos: Rambo y Rocky. Este último ha sido su mayor éxito y la primera entrega de su obstinado Balboa sin duda fue su mejor trabajo.
Pues bien, cosas de Hollywood, alguien tuvo la ocurrencia, de reunirlos a los dos en una película donde el metalenguaje, o sea cine sobre cine, fuese el motor. La ¿idea? consiste en imaginar una situación en la que De Niro y Stallone, sus personajes, son dos boxeadores, dos rivales imbatidos por nadie, salvo por ellos mismos. En su plenitud física, combatieron dos veces uno contra el otro. Cada vez ganó uno. El tercer combate, el del desempate, jamás tuvo lugar. Lo que sí ocurrió es que uno volvió a convertirse en un trabajador de peto y gorro de lana, mientras que el otro, más hedonista, sobrevivió montando shows y coqueteando con el mundo del porno.
Recordemos. Stallone ha cumplido 67 años, De Niro anda por los 70; y ambos se han prestado a colocarse los guantes pasa salir en calzones y protagonizar un combate camino del asilo. La cosa podía haber sido patética de no ser porque, pese a todo, la maquinaria de Hollywood puede hacer basura, pero siempre con sentido del espectáculo. Hay que agradecer que el guión no duda en mezclar personajes con intérpretes en un juego de sobreentendidos que sabe por dónde se anda. Así, Stallone vuelve a ser una deriva de Balboa, un buen chico simple y noble, rudo e inculto. De Niro, a diferencia de Stallone, sabe sonreír y la sonrisa le convierte en un vividor capaz de lo divino y de lo demoníaco. Así pues, tenemos boxeador bueno y boxeador malo con Kim Bassinger moviéndose entre ambos. Con una historia sentimental que nos será revelada y con un combate final que nos recuerda qué duro es hacerse viejo y ser actor en EE.UU.