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Resacón de ladrones de cuerpos
Título Original: THE WORLD´S END Dirección: Edgar Wright  Guión:  Simon Pegg y Edgar Wright  Intérpretes: Simon Pegg, Nick Frost, Martin Freeman, Rosamund Pike, Eddie Marsan y  Paddy Considine   Nacionalidad: Reino Unido. 2013  Duración:  80 minutos ESTRENO: Noviembre 2013
 
Bienvenidos al fin del mundo responde con precisión a la fórmula identificativa del estilo de Edgar Wright. Como la Coca Cola, Wright se ha especializado en permanecer leal a un sabor. O dicho de otro modo, fidelidad extrema al contenido por más que se cambie el contenedor. Nada nuevo en el panorama del cine de humor, rebosante de precedentes, que casi siempre termina siendo víctima de ese encadenamiento a los estilemas que le definen. 
En este caso sería injusto hablar exclusivamente de Edgar Wright. De hecho, la co-autoría del guión pertenece a Simon Pegg. Pegg sería el rostro, Wright la batuta y Nick Frost el tercero en discordia, el “compinche” que forma equipo con Pegg para sostener un tipo de aventuras de marcada voluntad humorística. Si se conocen y se han apreciado títulos como Zombies Party (Una noche… de muerte. 2004)  y Arma fatal (Hot Fuzz, 2007),  aquí recibirán más de lo mismo. Algo que no debe verse exactamente como reiteración sin interés porque, aunque los materiales sean simétricos, la capacidad de Wright para renovarse no arroja, por ahora, síntomas de agotamiento. Digamos antes de desmenuzar el contenido de esta parodia del fin del mundo, que Wright pertenece a esa estirpe de profesionales nacidos para hacer cine. 
Como Shyamalan, se cuenta que el realizador británico  director de la desopilante sitcom televisiva: Spaced, comenzó a filmar cuando apenas era un niño. A los veinte ya daba muestras de su capacidad para caricaturizar los géneros y luego, la BBC, como a otros autores británicos, Ken Loach por ejemplo, le sirvió de campo de aprendizaje, territorio de pruebas. Allí coincidió con Pegg, de aquel encuentro nació Spaced y de su éxito surgen los tres títulos citados: Zombies PartyArma fatal y ahora El fin del mundo. Tres filmes que parten de modelos muy diferentes: el cine de muertos vivientes con referencia y guiño a George Romero y Sam Raimi; el cine de policías en clave buddy movies; y el cine de extraterrestres ladrones de cuerpos. 
Los materiales de partida son evidentes, sus paradigmas narrativos identificables y muy diferentes pero en todos los casos, Wright-Pegg no hacen sino incidir en un universo determinado por  la amenaza del otro. Sus protagonistas siempre terminan por habitar en un contexto hostil donde los demás, el otro, representa el papel de lo monstruoso. 
En este caso, la abducción alienígena es el pretexto, y el paso del tiempo y la adecuación del ser humano a sus efectos sería el texto. Liderados por un Peter Pan que se gana la vida trapicheando, que se aferra a las noches de cervezas sin fin y borracheras de récord, Wright reúne a un grupo de sospechosos habituales en una misión desesperada: recuperar el tiempo perdido. Ese tiempo hace referencia a una estrambótica hazaña: beber en todos los locales de la ciudad para culminar en el último pub, el llamado Fin del mundo.
Con esa excusa, Wright habla de la madurez, pellizca la corrección política, se ríe de los convencionalismos y saca a pasear al gamberro freakie que lleva dentro. El resultado se divide en secuencias divertidas y plenas de ritmo junto a situaciones de tránsito errático. A veces se sabe que hay alargamientos injustificados. Menos sólida que Arma fatal y menos sorprendente que Zombies Party; esta incursión en el alma de la farra británica, en la tradición de las pintas infinitas y las convenciones de flema y humor anglosajón, se salda con abundantes sonrisas y la certeza de que, el equipo que representa Wright, retiene lo que tuvo pero deberá imprimir menos complacencia hacia sí mismos.
 
 
 

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