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Training Day en Filipinas
Título Original: METRO MANILA Dirección: Sean Ellis   Guión:  Sean Ellis y Frank E. Flowers  Intérpretes: Jake Macapagal, John Arcilla, Althea Vega, Miles Canapi, Ana Abad-Santos, Moises Magisa, JM Rodriguez y Erin Panlilio Nacionalidad: Reino Unido. 2013 Duración:  114 minutos ESTRENO: Noviembre 2013
 
En algún sitio, en el infinito, se entrecruzarán las dos naturalezas que dan sentido a Metro Manila, pero desde luego eso no sucede jamás en las casi dos horas que dura su relato, lo que provoca una sensación de quiebra. De una parte, Metro Manila describe las duras condiciones de los desahuciados en un país de pobreza y contraste, de violencia e indefensión. De la otra, su argumento crece sobre una trama de thriller a la que se le descubren parentescos con Training Day de Antoine Fuqua. O sea entre el cine denuncia y el policíaco posmoderno se mueve este filme que, pese a su grave fisura argumental, tiene un buen interés narrativo y sabe entretener con dignidad en su deseo de convocar un filme enérgico, oscuro y aleccionador. 
Metro Manila habla del éxodo de una familia de agricultores filipinos que, acuciados por el hambre y la pobreza, dejan sus arrozales para encontrar en la capital, Manila, un destino de pesadilla. Ante su contenido y forma desconcierta ver y saber que Sean Ellis (Brighton, 1970), sea el autor de esta película transterrada, muy alejada del escenario que ocuparon sus dos largometrajes anteriores. En 2004, Ellis fue nominado al oscar al mejor cortometraje por Cashback, la historia de un estudiante de Bellas Artes que, abandonado por su novia, se gana la vida trabajando por las noches cono vigilante de un supermercado. Animado por el éxito, Ellis alargó aquel filme hasta convertirlo en su primer largometraje. Su segundo filme, The Broken (2008) ratificó que Ellis estaba dispuesto a mostrarse como un autor con estilo, un creador con voz propia que evidenciaba una querencia por lo fantástico. 
En Metro Manila casi todo ha cambiado excepto la febril intervención de Ellis. Dirige, escribe, suya es la fotografía e incluso él mismo condujo la steadicam que filma el nervioso deambular de los protagonistas de este drama de desarraigo. En él, se echa de menos esa sensación de verosimilitud que aportan cineastas autóctonos como Brillante Mendoza. Se tiene la impresión de que Ellis no consigue traspasar la barrera invisible, es un británico en la jungla filipina. Tampoco el arabesco argumental de una trama complicada en exceso, despeja dudas sobre su valor. Pero, como en sus anteriores películas, el resultado merece ser tenido en cuenta.
 
 

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