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Realismo manierista
Título Original: PLANES PARA MAÑANA Dirección: Juana Macías Guión: Juana Macías, Juan Moreno y Alberto Bermejo Intérpretes: Carme Elías, Goya Toledo, Ana Labordeta, Aura Garrido, Jorge Bosch, Brendan Price y Adrián Marín Nacionalidad: España. 2010 Duración: 90 minutos ESTRENO: Noviembre 2010
Cortometrajista con currículum, a Juana Macías se le nota oficio. O sea que no ha perdido el tiempo en estos quince años en los que casi una decena de películas cortas y abundantes premios adornan su trayectoria. En consecuencia, en su primer largometraje coloca bien la cámara, mide con precisión el tempo y hace avanzar la historia atenta a esos requiebros retóricos que sostienen las zonas de tránsito y que confieren interés incluso a los momentos irrelevantes. Con esos atributos, Planes para mañana se paseó triunfante por Málaga, un evento que, como el festival de Sundance, hace mucho ruido pero apenas da nueces. Macías trata de conformar un mundo adulto en plena descomposición.
Por su estructura, un accidente de tráfico como punto vertebral que articula diferentes episodios entrelazando personajes entre sí, se le compara con cierta prisa y algo de pereza con Amores perros, comparación que le beneficia. Entre otras cosas porque Planes para mañana carece de la eléctrica solidez de la ópera prima del autor de Biutiful quien, a su vez, bebió del Jim Jarmusch de Mistery Train.
Juana Macías (Madrid, 1971) convoca en su filme a dos generaciones en las que ella no se encuentra, y se proyecta en el personaje con el que se abre el filme. Esas generaciones afectan a los padres que pueden rondar los cincuenta años y a sus hijos, que encaran el final de la teenager-manía. En ese escenario, Juana Macías esgrime un par de temas obsesivos. Uno gira en torno al embarazo/comienzo y el otro, al divorcio/final. Ambos se engarzan en el genérico de lo maternal. De ahí que sea el elenco femenino quien presida este agridulce reflexión que tiene mucho de Edipo y muy poco de verdad. De ahí que el filme se quiebre ante la falta de consistencia de su planteamiento. Todo en él se antoja hiperbólico. Tan descomunal resulta la acción ante el descubrimiento del embarazo de una de sus protagonistas, la que se le asemeja por edad, como tremenda se antoja la variante de Los Puentes de Madison. Y es que, Planes para mañana se rompe en ese escollo en el que naufragan las obras de ese cine español que llaman realista sin reparar en que rebosa manierismo y que carece de autenticidad.