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La guerra que no cesaTítulo Original: NA PUTU Dirección y guión: Jasmila Žbanic Intérpretes: Zrinka Cvitesic, Leon Lucev, Ermin Bravo y Mirjana Karanovic Fotografía: Christine A. Maier Nacionalidad: Bosnia-Herzegovina, Austria, Alemania y Croacia. 2010 Duración: 100 minutos ESTRENO: Noviembre 2010
Pertenezco al reducido grupo de espectadores que ante Grbavica, el secreto de Esma (2006) percibió un exceso de didactismo. En aquel filme sobre el desencuentro entre una madre y su hija, fruto de las violaciones sistemáticas del infierno de Sarajevo, sobrevolaba ese aire de reivindicación justiciera que envuelve discutibles películas sobre tragedias en las que sólo los monstruos podrían no estar de acuerdo. Películas trampa que esconden, tras la legitimidad de la denuncia, la escasez de su talento. Sin salirse del tema, nuevamente con la lupa sobre el mapa de las ruinas del ex-país de Tito, Jasmila Zbanic se sacude las sospechas de oportunismo con un filme complejo y desolador ante el que sólo cabe tomar nota del peligro que denuncia.
Los titubeos del anterior trabajo dejan paso a una dirección sutil y austera con voz que ni tiembla ni desafina sino todo lo contrario. En En el camino, desde su mismo título, se articula el enunciado de proceso. Un proceso hacia el infierno. Jasmila Zbanic hace lo que buena parte de la izquierda europea no sabe qué hacer; plantear con lucidez el callejón sin aparente salida en el que se ha metido la sociedad del bienestar y el consumo.
Zbanic parte de una pareja en un proceso crítico. Él trabaja como controlador aéreo, ella azafata. La debilidad con la bebida del primero hace que pierda temporalmente el trabajo y que se enfrente al evidente problema del alcoholismo. Estamos ante un tema doméstico que en manos de la directora crece hasta adentrarse en las fauces del fanatismo religioso. Lo que En el camino se plantea sin estridencias, sin subrayados obvios, musita uno de los más desoladores gritos: el crecimiento del fundamentalismo, el rebrote del odio religioso y el rearme de las cenizas del pasado conflicto balcánico. En el camino es uno de esos filme en los que casi nada espectacular acontece, pero al acabar su visión se sabe que se nos ha colado el llanto de Casandra dentro y con él, el espejo turbio de un desmoronamiento moral en el que cabe adivinar graves consecuencias en un futuro cercano. Jasmila Zbanic avanza de lo particular a lo universal con una destreza ejemplar, con algo desolador que decir y con la satisfacción de que sabe que lo ha dicho.