La mejor aportación de John Wick: Pacto de sangre consiste en que, gracias a esta segunda entrega, muchas personas recuperarán la primera, un tenebroso y dolorido thriller rubricado con una puesta en escena realmente meritoria. En esta segunda cita, nuevamente protagonizada por Keanu Reeves y ahora dirigida por Chad Stahelski, esta vez en solitario, se rebaja buena parte de la tensión primigenia, de su crepuscular puesta en escena.
Alcanzar la octava entrega y seguir batiendo récords de venta de entradas superando incluso a vacas sagradas como Star Wars y Parque Jurásico se diría es misión imposible. Pero nada se interpone en el camino entre el éxito y el público de Fast and Furious.
En Nieve negra, melodrama rural de connotaciones turbias, thriller con culpables que no lo son y con inocentes que nunca lo fueron, se comete un error fatal en el que muy a menudo se despeñan guiones extraordinarios.