Dentro de la galería de directores vascos, Asier Altuna – «Aupa Etxebeste!» (2005), «Amama» (2015) y «Agur Etxebeste!» (2019) entre otros proyectos -, da noticia de la existencia y consistencia de eso que Imanol Rayo denomina «director artesano».
Situada en el valle alpino de Val di Sole, en la provincia de Trento, cerca de la frontera que Aníbal decidió cruzar en compañía de sus elefantes para doblegar a Roma, Vermiglio es una pequeña localidad que, a partir de la segunda guerra mundial, poco a poco ha ido perdiendo habitantes en esa espiral crepuscular propia de la Italia vaciada.
Como Jorge Oteiza, Hayao Miyazaki (5 de enero de 1941) se abrazó a la senectud antes de cumplir los sesenta años. Quiso hacerse viejo antes de serlo. Así pues, se convirtió en (venerable) patriarca al anunciar que su tiempo ya había acabado. Investido con los atributos que se presupone a la ancianidad, entre otros, la sabiduría y el cansancio; el autor de «La princesa Mononoke» lleva años diciendo que se va, que su obra ya ha concluido.
Los nazis, con sus campos de exterminio, representaron la máxima ignominia del ser humano. Nunca la humanidad se había envilecido tanto. Pero fue EE.UU. con sus dos bombas atómicas lanzadas sobre dos poblaciones indefensas, Hiroshima y Nagasaki, quien entreabrió la puerta a la ira de dios, suya fue la hora del apocalipsis; la acción más sanguinaria realizada jamás por nadie.




