Schrader dedica «Oh, Canadá» al autor literario de esta película, Russell Banks (1940-2023). Se trata de un escritor norteamericano al que Schrader ya había adaptado hace 27 años.
Dos nombres propios determinan las fronteras entre las que se mueve y habita este ensayo documental que nos avisa que quiere hablar de la guitarra flamenca. Uno es el personaje del que se habla: Yerai Cortés, (Alicante, 1995); un «tocaor» gitano que tiene preso el duende de Sabicas en las cuerdas de su guitarra.
Antes de diseccionar nada, un aviso, no se confundan, esta no es «la película de Gila». El buen Miguel Gila Cuesta (Chamartin, 1919-Barcelona, 2001) nada tiene que ver con esta versión descafeinada y pasmada, salvo que de su biografía y de sus testimonios grabados, Alexis Morente se ha servido como le ha dado la gana.
María Trénor, cineasta vinculada al mundo del arte, dedicó una docena de años a cumplir un deseo íntimo: proyectar las imágenes que la música de «Rock Bottom» fecundó en su interior. Hablamos de un álbum conceptual, un Lp se decía entonces, que Robert Wyatt, cabeza visible, vocalista y batería de Soft Machine, lanzó en 1974.
Cuando a finales de año, el vacío informativo se alimente con las claves de lo que ha sido 2024 en términos cinematográficos, se impondrán dos conceptos: la muerte y el musical. O si se prefiere, se constatará que los últimos tiempos han abundado en historias agónicas y que, más que nunca, el horror se ha narrado a golpe de coreografía, a ritmo de musical.






