Nuestra puntuación
1.0 out of 5.0 stars

Título Original: ¿ES EL ENEMIGO? LA PELÍCULA DE GILA Dirección: Alexis Morante Guion: Alexis Morante y Raúl Santos Intérpretes:  Óscar Lasarte, Carlos Cuevas, Natalia de Molina País: España. 2024  Duración:  100 minutos

El humor y la farsa

Antes de diseccionar nada, un aviso, no se confundan, esta no es «la película de Gila». El buen Miguel Gila Cuesta (Chamartin, 1919-Barcelona, 2001) nada tiene que ver con esta versión descafeinada y pasmada, salvo que de su biografía y de sus testimonios grabados, Alexis Morente se ha servido como le ha dado la gana. Pero no hay que prejuzgar mala voluntad por su parte. El problema reside en un lamentable y grosero error: (con)fundir a la persona con el personaje, hacer del hombre una farsa y de esa pantomima, un monumento fallido en torno al humorista español que mejor reflejó la estupidez del fascismo y la inutilidad de todas las guerras. De ahí que su visión provoque, al menos en mi caso, una indefinible tristeza y bastante frustración.

La vida de Gila, y más en concreto el fragmento que da forma a esta película, los años de la guerra y un pequeño adelanto al comienzo de su carrera artística en pleno franquismo, hubieran merecido sensibilidad y talento, una pizca de gracia y un golpe de esa genialidad con eco burlador de censuras que caracterizó los mejores monólogos de Miguel Gila.

Lean su autobiografía, repasen sus viñetas, revisen sus intervenciones teatrales y sabrán que el hombre que hablaba con el enemigo poseía una profundidad de pensamiento merecedor de un premio nacional de literatura. Sus referencias a su pasado bélico -las del Gila real- supuran melancolía y profundidad. Nadie como él supo transmitir la honda amargura del derrotado que sobrevive en territorio  hostil ganándose la vida haciendo reír a sus asesinos al mismo tiempo que encendía la esperanza entre sus camaradas.  De eso fue la vida complicada y atormentada de Miguel Gila.

Lo que Alexis Morante, un documentalista especializado en figuras musicales como Camarón, Bisbal, y Héroes del silencio pergeña, está lleno de desatinos. Su «Gila» real se construye con una imitación del Gila escénico. Su Madrid republicano y la Córdoba en armas en plena guerra civil huelen a cartón zarzuelero, saben a mentira de falsas equidistancias. En ese contexto, Óscar Lasarte imprime a su Gila un aire bobalicón. Lasarte defiende a su criatura con  retranca anodina.  En algunas secuencias aletea el errático hacer del Berlanga de «La vaquilla», ese aire conciliador para emocionar a quienes el cine de barrio emociona. Solo tiene una virtud, hacer que los más jóvenes que desconocen quién era Gila, buceen en la historia y lean y vean lo que Gila nos dejó en vida.

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