La sombra de “Ocho apellidos vascos” se proyecta en la estructura argumental de “Operación Camaron”. No cuesta esfuerzo imaginar cómo lo productores vampirizaron la fórmula del éxito de la película de Cobeaga y San José para alimentar esta aventura gaditana.
Para Dante Alighieri, el castigo para los envidiosos consistía en cerrar sus ojos y coserlos con alambres de hierro. Para Fincher, quien para “Seven” algo supo de los pasajes de “El purgatorio” de “La Divina Comedia”, la envidia constituía el fundamento y la máxima debilidad del psicópata encarnado por Kevin Spacey.
¿Cómo funciona el sistema operativo del traductor o la cabeza de quien interpreta que “The Last Bus” puede renombrarse como “El inglés que cogió una maleta y se fue al fin del mundo”? Esto es un enigma que no sabremos resolver y que duele incluso imaginar.
John Krasinski, actor, escritor y director presenta unas credenciales tan notables como desconcertantes. Empezó a ser reconocido cuando su personaje en “The Office”, junto a su compañero de la escuela secundaria, B.J. Novak, alcanzó una merecida relevancia.
“In the Heights” fue alumbrada como un musical para brillar en las carteleras de Broadway; una de esas citas que los turistas que visitan Nueva York cumplen con fervor religioso. Se convirtió en una etapa reina de un programa de ocio y lujo, de comercio y evasión que han convertido a la ciudad más cinematográfica del mundo en un destino vacacional para toda la familia.