Hablar del comienzo de los años 70, conlleva convocar el olor a podrido de Vietnam, evocar el tiempo del terrorismo internacional y la crisis del petróleo y, por supuesto, enfrentarse al final de un tiempo que tuvo su epitafio en mayo del 68. Casi ese mismo tiempo, cincuenta años, ha pasado desde que comenzara la era Spielberg.

El Cairo confidencial lleva en el título de su comercialización española una declaración de intenciones que le resulta ajena. Nada que ver con L.A. Confidential salvo el hecho de que ambas películas se adentran en zona oscura, allí donde la muerte une a las gentes del arrabal con los que mueven los hilos del poder y las finanzas.

Joachim Trier pertenece al grupo de realizadores que no desperdicia ni el primer segundo. De hecho, en sus minutos iniciales es cuando Thelma ofrece lo mejor de sí misma. Es ahí donde todo se reviste de pura filigrana visual, geometría de precisión, alta solemnidad y hondo misterio. Y Trier hace todo ello con una fascinante conjugación de imagen y sonido. Este poderoso constructo emerge con un arranque impactante, que no disimula un lastre bíblico.

Catalán de nacimiento, donostiarra por empadronamiento en su infancia y juventud, Daniel Calparsoro debutó hace 22 años con un mazazo prometedor. Calparsoro filmó Salto al vacío en 1995, el mismo año que Historias del Kronen de Montxo Armendáriz. Dado que ambas miraban al mismo lado, a la urgencia vital de los teenagers en la España del último decenio del siglo XX, se batieron entre sí como los dos modelos del cine nacional de aquel año.

Paolo Virzì, nacido en Livorno, asume el regalo de poder dirigir en EE.UU. Y lo hace, con un filme cien por cien USA, nada hay en él italiano. Su forma narrativa es la de una road movie; una road movie crepuscular, porque sus viajeros cargan con la maldición de la muerte. A ella, un cáncer de colon la corroe con dolor; a él, una suerte de Alzheimer lo disuelve poco a poco. Viajan juntos como Thelma y Louise en un periplo que se sabe terminal, que se adivina trágico.