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La traición y la venganza
Título Original: EL ESTUDIANTE Dirección y guión: Santiago Mitre Fotografía: Gustavo Biazzi, Soledad Rodriguez, Federico Cantini y Alejo Maglio Intérpretes: Esteban Lamothe, Romina Paula, Ricardo Felix y Valeria Correa Nacionalidad: Argentina. 2011 Duración: 111 minutos ESTRENO: Agosto 2013
La tesis que encierra El estudiante podría titularse algo así como “Los efectos de la traición en la política”. Eso ensaya, eso disecciona en este filme el director y guionista argentino, Santiago Mitre. En él, una voz en off, un narrador, presenta los personajes y marca los contrapuntos, los quiebros temporales. Y lo que ese narrador desvela es el proceso iniciático y ¿envilecedor? de un joven de provincias que llega a Buenos Aires para adquirir formación universitaria. Coguionista de títulos como Leonera y Carancho, de Pablo Trapero, Santiago Mitre debutó en la dirección con este filme al que le llovieron premios. Premios ganados a pulso. Premios merecidamente ganados porque se hace evidente la calidad de esta propuesta inscrita en el corazón del cine del presente.
Eso significa que aquí el verbo se da en abundancia y que la calidad actoral apabulla por precisa. Y que, como corresponde a un país en el que el peronismo huele ya a rancio, lo que aparece en la pantalla sabe mucho de lo real, no busca complacencias edulcoradas y no duda en hurgar en las heridas de una sociedad que se hace cínica de tanto vivir en crisis permanente.
Una negación, una sílaba, cierra el recorrido de su protagonista y su viaje por las trincheras del campus de batalla universitario. Mitre se siente seguro con esta alegoría sobre el poder y sus entresijos. Y con ella radiografía un tablero en el que la Universidad deviene en metonimia de la vida política. Con un guiño al Shakespeare de los dramas políticos, y bien atrincherado en un guión que se sabe crecido por la fuerza de su retórica, este retrato universitario puede parecer hiperbólico e incluso delirante. Una grieta en su verosímil que no supura pérdidas porque a cambio teje un testimonio demoledor sobre la perversión del arte de la negociación política. Perversión que culmina con un gesto abierto al debate, no sobre su interés, que es obvio, sino sobre el devenir de Roque y sobre el futuro de Argentina. Lo curioso es que ,pese al paisaje de podredumbre que aquí se vislumbra, hay en él la presencia envidiable de algo que en otros lugares es solo ausencia.