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Crepúsculo extraterrestre
Título Original: THE HOST Dirección: Andrew Niccol Guión: Andrew Niccol; basado en la novela homónima de Stephenie Meyer Intérpretes: Saoirse Ronan, Jake Abel, Max Irons, William Hurt, Diane Kruger, Frances Fisher y Boyd Holbrook Nacionalidad: EE.UU. 2013 Duración: 125 minutos ESTRENO: Abril 2013
Andrew Niccol presentaba unas credenciales dignas de mejor suerte. Cuando se anunció que él sería el encargado de iniciar ¿la nueva saga? de la escritora Stephenie Meyer, aquello sonó a moneda echada al aire. De ese cruce entre el realizador de filmes tan inclasificables como Gattaca (1997), S1m0ne (2002) El Señor de la Guerra (2005) y In time (2011) y la creadora del fenómeno Crespúsculo que allí donde puso vampiros ahora coloca alienígenas, cabía esperar cualquier cosa. Y literalmente eso es The Host, una película cualquiera, un filme irrelevante que podría significar el declive del realizador neozelandés formado en Inglaterra y que probablemente sirva para incrementar la de por sí poderosa cuenta corriente de Meyer.
El filme se inicia con el anuncio de que la Tierra vive en paz. Pronto se descubre que es todo lo contrario. La humanidad ha sido víctima de una abducción extraterrestre y unos pocos supervivientes tratan de sobrevivir con la esperanza de poner en marcha una especie de reconquista. Meyer en lo esencial vuelve a su fórmula híbrida, contar la misma historia romántica con un telón de fondo marcado por la épica. Aquí, como en Crepúsculo, se plantea un amor mestizo, un cruce entre diferentes para potenciar la identificación de quienes están en la edad de sentirse distintos, o sea, de quienes viven en el tiempo de la calentura y el acné. Con esos mimbres, The Host alimenta una clave argumental que en cine siempre juega malas pasadas; el monólogo interior. E incluso algo más extremo, el diálogo interior toda vez que, como sugiere el título, en el mismo cuerpo habitan dos entes, la humana que fue y la alienígena que usurpa identidad.
Niccol, que evidenció una energía vibrante en El Señor de la Guerra, aquí aparece maniatado, al servicio de una fotografía publicitaria y sin saber cómo resolver la esquizofrénica personalidad que mueve a Wanderer /Wanda, su principal protagonista. Este personaje, apresado en una fiebre bipolar cercana a la que afecta al Gollum de El Hobitt, aquí se resuelve de la manera menos cinética, menos sugerente. Con Nicoll desenchufado del guión, y con un guión que parece un mal refrito de la ciencia ficción de los años 50; será imposible que The Host iguale el éxito de los vampiros de diseño.