Tres es el símbolo de la divinidad, el número dialéctico, un icono universal en el que confluyen y se abrazan Oriente y Occidente más allá de sus exotismos y por encima de sus diferencias. Al tres se abrochan desde la Trinidad católica al Sefirot de la cábala; y en tres se disecciona la realidad de la condición humana: el cuerpo, la mente y el alma.

Cuando el filme ha concluido, cuando la historia se cierra sobre sí misma, Sean Penn realiza su último quiebro como narrador. Hasta ese instante, hemos asistido a dos horas ensimismadas levantadas en torno a un protagonismo omnipresente: el del personaje que encarna Emile Hirsch.