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Thriller a la gallega
Título Original: TODO ES SILENCIO Dirección: José Luis Cuerda   Guion: Manuel Rivas  Intérpretes:  Quim Gutiérrez, Miguel Ángel Silvestre, Celia Freijeiro, Juan Diego, Chete Lera, Axel Fernández y Laura Ponte Nacionalidad:  España. 2012  Duración: 116 minutos ESTRENO: Noviembre 2012

Basta con entrecruzar Todo es silencio de José Luis Cuerda con Les  Lyonnais de Olivier Marchal o Un profeta de Jacques Audiard para ilustrar gráficamente la insalvable distancia que separa el cine español del francés. Con ser la más reciente de las tres películas citadas, la película de Cuerda parece haberse filmado medio siglo antes que ellas. ¿Grave? Depende. Si asumimos que el Holmes de José Luis Garci parecía cien años más viejo que el del británico Guy Ritchie, el sexagenario Cuerda podría pasar por un director emergente. Pero la cuestión no es para tomarla a risa. Y tampoco hay que confundir el que se critique el moho del cine español oficial con dejar sin subvenciones ni ayudas a los cineastas de un país cuyo mejor cine se pierde en una invisibilidad injusta.
El terreno en el que Todo es silencio parece moverse, digo parece porque el guión del competente escritor Manuel Rivas se ahoga en una tierra de nadie entre el thriller realista y un lirismo de morriña, apunta a descubrir y describir la naturaleza del narcotráfico gallego. Con un prólogo que arranca en el final de los años 60, ante un mar que arroja escenografías de instalación artística: una playa llena de naranjas, de maniquíes y de ataudes; la dirección de Cuerda da fe de un fervor poético destrozado por unas interpretaciones infantiles propias de Verano azul. Lo que Rivas escribió y Cuerda lleva al cine, es el relato de tres amigos, dos niños y una niña. Crecieron en la playa y, ante sus ojos, el estraperlo de tabaco y licor quitaba al hambre su poder frente a la pobreza de sus familias. Una elipsis de veinte años vuelve a unir a los tres viejos amigos pero con una importante modificación. El oficio de uno de ellos y la carrera en la delincuencia del otro, los convierte en enemigos acérrimos. Enfrentamiento agudizado porque en  medio está el tercer lado del triángulo en discordia. Rivas pone tanta ansiedad metafórica, tantos kilates de simbolismo y ritual que hubiera precisado de un director a la altura de un Olmi, un Angelopulos o un Kusturica. Cuerda, el feliz creador de un cine coral y extremo como Amanece que no es poco, hace tiempo que cedió a la tentación del cine de caspa y boina. Y en consecuencia, hace eso, cine de cartón piedra. Un letal mejunje que hace sentir que este modelo del oficial cine español agoniza.

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