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Stallone, Stallone,…
Título Original: DREDD Dirección: Pete Travis Guion: Alex Garland; basado en los personajes creados por Carlos Ezquerra y John Wagner Intérpretes: Karl Urban, Lena Headey, Olivia Thirlby, Wood Harris, Langley Kirkwood, Junior Singo y Luke Tyler Nacionalidad: Reino Unido. 2012 Duración: 98 minutos ESTRENO: septiembre 2012
Tan poco estimulante resultó la incursión de Silvester Stallone en la piel del juez Dredd, que se diría que todo estaba escrito para que la empresa dirigida por Pete Travis consiguiera el objetivo de salir bien librada de la comparación. Después de sobrevivir a los 98 minutos que dura esta aventura empeñada en convertir a Harry el sucio en un policía angelical, la conclusión no puede ser más desalentadora. En todo caso, a la vista de tropiezos como éste, se diría que el mayor logro de películas como Dredd consiste en reivindicar los méritos, a menudo infravalorados por su pertenencia a un género considerado menor, de películas como El Caballero Oscuro de Nolan. Sabedor probablemente de que Dredd no puede resistir ese ejercicio comparativo, Pete Travis ha preferido inspirarse en el cine setentero de vocación populista.
Esa falta de ambición podría haberse convertido en su mejor baza pero Travis debe enfrentarse además a un guión banal que recurre a la fórmula de algunas buddie movies, se saca de la chistera a una joven y novata compañera para el juez Dredd y deja que la balanza del equilibrio baile entre la pétrea seguridad de Dredd y la extraordinaria sensibilidad premonitoria de su joven compañera. Una suerte de sublimación (arque)típica de lo masculino activo y lo femenino pasivo, al servicio del cuerpo de limpieza de delincuentes más expeditivo del mundo. Un mundo víctima de una distopía urbana que hinca el diente al cine exploit de catástrofes y visiones apocalípticas.
Casi nada nuevo y desde luego nada original. Travis coloca a Dredd en una encrucijada sin salida. La única tabla de salvación que se le puede lanzar consiste en poner en valor su desprecio, cuando no beligerante negación, de tanto exceso psicologista que alimenta las pesadillas de los superhéroes Marvel adaptados por el Hollywood de la actualidad. Es verdad, este Dredd no sufre, se diría que carece de alma. En consecuencia no ofrece síntomas de vida.Y sin vida, solo queda la nada.