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Una mujer y dos tiempos
Título Original: THE DEEP BLUE SEA Dirección: Terence Davies Guion: Terence Davies; basado en la obra homónima de Terence Rattigan Intérpretes: Rachel Weisz, Tom Hiddleston, Simon Russell Beale y Barbara Jefford Nacionalidad: Reino Unido. 2011 Duración: 98 minutos ESTRENO: Septiembre 2012
Todo en esta bella y contenida introspección en el mundo de los sentimientos se ha hecho con líneas de pulcra geometría. La cámara se mueve por imperativo ético, con intención de significar. Todo rezuma planificación, estrategia, cálculo y previsión. De ese modo uno de los cineastas británicos menos encasillable en espacio o tiempo alguno, se parapeta ¿inútilmente? de la cascada emocional que The Deep Blue Sea lleva en su interior. Terence Davis, cineasta que mima a sus protagonistas, autor que lleva toda la vida despellejando su propia memoria, desnudando un dolor existencial al que sólo la música parece calmar, hace suya la obra de Terence Rattigan para recomponer un mosaico en el que se perciben los mismos espacios, soledades y vacíos que se mostraron en obras como El largo día acaba (1992), The House of Mirth (2000) y Of Time and the City (2008).
El cambio en todo caso viene dado por la naturaleza teatral del origen de su texto y de su puesta en cine. Algo que Davies asume sin temor ante el exceso de retórica. La palabra campa a sus anchas a lo largo de una jornada en la vida de una mujer rota por sus sentimientos. Lo que este mar oculta en sus entrañas corresponde al desatino de la mujer que habita en su interior. Fue, en su estreno en el festival donostiarra, la obra más rotunda, más inatacable por su aparente clasicismo lleno de muescas iconoclastas, inquietantes. Por eso mismo algunos la percibieron como excesivamente fría.
Terence Davis opera como lo hizo el también espléndido narrador Zvyagintsev en Elena. Es decir, el filme se abre con un movimiento análogo al que al final marcará la clausura. Una cámara que se mueve consciente, una ventana y dentro de ella, una mujer que preside la historia de una decisión ¿errática? Esa es la cuestión. Que el via crucis que atribula a su bella protagonista, Hesler Collyer (espléndida Rachel Weisz) sirve a Davies para esculpir, no ya en el tiempo al decir de Tarkovski, sino en la Historia. Así en este estremecedor filme, Davies se abisma al horror de percibir el comienzo del fin. El paso del viejo régimen de ritos y honor a un mundo donde la vida se depreció y el mundo tuvo que tragarse las tres heridas narcisistas enunciadas por Galileo, Darwin y Freud.