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El carrusel del narcotex
Título Original: MISS BALA Dirección: Gerardo Naranjo Guión: Mauricio Katz y Gerardo Nanranjo Intérpretes: Stephanie Sigman, Noé Hernández, Irene Azuela, José Yenque, James Russo y Miguel Couturier Nacionalidad: México. 2011 Duración: 113 minutos ESTRENO: Mayo 2012
Esta Miss Bala, antes de estrenarse comercialmente, se ha dado un buen garbeo por algunos festivales internacionales. Y en sus paseos la respuesta ha sido la misma. Una encendida y complaciente benevolencia porque, desde su mismo arranque, nadie duda de su simpática humildad. Hay una tentación difícil de eludir que ata las maneras de su protagonista, una especie de Belén Esteban adolescente, a la de sus hacedores. Si se cede a ese espejismo, o sea si se confunde el fondo con la forma, solo queda disfrutar de las idas y venidas de Miss Bala en medio de un país de locura. Si se reciben así, como constructos delirantes en cuyo interior el exceso y la estridencia se impone, se disipa cualquier intención de ahondar en el tema. Poco importa que éste sea tan grave como el que aquí nos ocupa: la guerra criminal que desgarra México entre narcos sanguinarios y policías corruptos.
Más cerca del Tarantino de Grindhouse que de los Coen de No es país para viejos, el telón de fondo, las balizas zarzueleras, los baños de sangre y la permanente vulneración del sentido común, no buscan la denuncia sino la sonrisa. No es de lo real de lo que aquí se trata sino de su caricatura.
Dicho de manera fácil, esta Miss Bala está hecha de fuego y ruido pero todo se sabe puro artificio, capricho de guión, fogueo de personajes que no se (sos)tienen en pie por más que la electricidad con la que se resuelven algunas secuencias la transforme en divertida y eficaz.
A la vista de su tono, se diría que Naranjo no desea jugar en la misma división que sus compatriotas Cuaron, Del Toro e Iñárritu; pero tampoco se mueve en el registro extremo y radical de Reygadas y ni por supuesto, nada sabe ni nada debe a gentes de la vieja guarda como Ripstein. Miss Bala pertenece a otra generación. Una camada más joven y sin excesivas referencias en su memoria. Por eso mismo Gerardo Naranjo prefiere acariciar un cine popular empaquetado para un público informado y cómplice. Su Miss Bala confunde lo indie con lo arrebatado. Y no se trata de nada negativo en sí mismo, pero penetrar en el arrebato como el que habita en Miss Bala no lleva al éxtasis sino a la sobreabundacia. Un atracón que termina por resultar gratuito, incoherente, excesivo.
Más cerca del Tarantino de Grindhouse que de los Coen de No es país para viejos, el telón de fondo, las balizas zarzueleras, los baños de sangre y la permanente vulneración del sentido común, no buscan la denuncia sino la sonrisa. No es de lo real de lo que aquí se trata sino de su caricatura.
Dicho de manera fácil, esta Miss Bala está hecha de fuego y ruido pero todo se sabe puro artificio, capricho de guión, fogueo de personajes que no se (sos)tienen en pie por más que la electricidad con la que se resuelven algunas secuencias la transforme en divertida y eficaz.
A la vista de su tono, se diría que Naranjo no desea jugar en la misma división que sus compatriotas Cuaron, Del Toro e Iñárritu; pero tampoco se mueve en el registro extremo y radical de Reygadas y ni por supuesto, nada sabe ni nada debe a gentes de la vieja guarda como Ripstein. Miss Bala pertenece a otra generación. Una camada más joven y sin excesivas referencias en su memoria. Por eso mismo Gerardo Naranjo prefiere acariciar un cine popular empaquetado para un público informado y cómplice. Su Miss Bala confunde lo indie con lo arrebatado. Y no se trata de nada negativo en sí mismo, pero penetrar en el arrebato como el que habita en Miss Bala no lleva al éxtasis sino a la sobreabundacia. Un atracón que termina por resultar gratuito, incoherente, excesivo.