Vente a Alemania HüseyinTítulo Original: ALMANYA Dirección: Yasemin Samdereli Guión: Yasemin Samdereli y Nesrin Samdereli Intérpretes: Vedat Erincin, Fahri Yardim, Lilay Huser, Demet Gül, Aylin Tezel, Duración: 97 minutos ESTRENO: Marzo 2012

Las hermanas Samdereli, autoras del guión que ha dirigido la mayor de ellas, recorren el país de Fassbinder y Herzog, con un cuentecillo orientalista de ecos fellinianos y préstamos musicales acuñados por el Kusturica que colaboraba con Goran Bregovic. De origen turco y presente alemán, las Samdereli alumbran una especie de Gran familia turco-alemán que pondría los pelos de punta el cine desgarrado del Fatih Akin de Contra la pared (2004).
Desde el comienzo se hace evidente que Yasemin Samdereli no busca ahondar en lo real sino recrear la nostalgia, ilustrar las emociones y componer un filme accesible para un público complaciente con el masajeo emocional y dispuesto al desparrame lacrimal. Guionistas con larga experiencia en el mundo del cortometraje y la televisión, el paso al largometraje evidencia las limitaciones de una mirada leve y convencional que, con la excusa de hurgar en el pasado, forja un retrato coral en el que no hay aristas que corten, ni recovecos que interrogar ni nada que investigar.
El filme avanza en el presente salpicado por incursiones a modo de flash back que nos son narradas por la nieta y en consecuencia barnizadas con un tono de artificio. Así, con saltos al pasado, a hace 45 años, cuando los padres-abuelos de la familia protagonista llegaron a Alemania como mano de obra necesaria para sostener el milagro de un país en construcción, la película se marca un paso a dos entre el ayer y el hoy, entre los cambios y los prejuicios. Resulta innecesario pedirle a Almanya aquello que ni puede ni está dispuesto a dar: una mínima visión adulta sobre lo que está mostrando. El cine italiano (y el español), recorrido por emigrantes de periplos epopéyicos, ofrece maravillosas obras que, en clave positiva y amable,han sabido recrear la vida de los desterrados.
Lo que aquí se rompe y atasca es achacable al maniqueísmo, a la falsedad de su guión, a la permanente sospecha de percibir que las Samdereli miran a obras inolvidables sin haber comprendido que la verdadera emoción debe emanar de lo auténtico. El problema no es el género, la comedia, sino la inapetencia que ellas evidencian para desentrañar las claves de la nostalgia. Porque sin entrañas no hay sentimiento sino sentimentalismo.

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