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Con la ayuda de la amistadTítulo Original: INTOUCHABLES Dirección y guión: Eric Toledano y Olivier Nakache Intérpretes: François Cluzet, Omar Sy, Audrey Fleurot, Anne Le Ny, Clotilde Mollet, Alba Gaïa Bellugi, Cyril Mendy y Christian Ameri Nacionalidad: Francia. 2011 Duración: 115 minutos ESTRENO: Marzo 2012
La clave del atractivo de Intocable reside en su transparencia. Basada en la realidad aunque convenientemente barnizada, o sea guionizada al servicio de una fábula moral por Eric Toledano y Olivier Nakache, Intocable abunda en un subgénero setentero, las buddie movies, películas de amigos. Una fórmula adaptable al servicio del thriller, la comedia, el western o lo que haga falta, y que crece en torno al enfrentamiento/amistad de dos personajes antagónicos. En sus diferencias se inscribe su complementariedad y eso es lo que aquí acontece. Lo singular, el touche de distinción, reside en la mezcla: multimillonario blanco postergado en una silla de ruedas por culpa de un accidente, y superviviente africano al borde de la ilegalidad. Los dos, a su manera, sienten cercenada su libertad. Uno, por su situación física. El otro, por su dependencia económica. La convergencia de lo que son les exonerará de lo que les falta. El azar les une, sus contextos les separan. Eso aporta la necesaria argamasa argumental y por eso, el filme crece en torno a esa epifanía fruto de la amistad.
Desde el mismo arranque Toledano y Nakache muestran sus intenciones, no engañan. Su jugada es obvia: prevenir sobre la necedad del prejuicio, advertir sobre el error de juzgar por las apariencias. Por eso mismo Intocable se abre con una carrera a tumba abierta. A bordo de un coche viajan dos sujetos cuyo aspecto levantaría sospechas en cualquier espacio comercial dedicado al bienestar. Esa secuencia volverá a repetirse muchos minutos más tarde y la ferocidad de esos sujetos deviene en simpatía. Algo parecido a lo que Irreversible planteó en su día, solo que sin esa carga de agresiva violencia que rodeaba el filme de Gaspar Noé.
Pero aunque el filme se adentre en el territorio de la irreverencia, ésta no contiene veneno letal. Su objetivo es sencillo: reivindicar la autenticidad aunque se salpique con artificios y complacencias narrativas. Como hay un actor inmenso, Cluzet, y a su lado una bomba de energía, Omar Sy; y como los autores aliñan con humor lo que podía haber sido una indigesta apología sobre la superación de la adversidad, Intocable sale bien librada. Lo que tiene su mérito. Basta con imaginarse qué podrían hacer en Hollywood con ella, si hacen un remake.
Desde el mismo arranque Toledano y Nakache muestran sus intenciones, no engañan. Su jugada es obvia: prevenir sobre la necedad del prejuicio, advertir sobre el error de juzgar por las apariencias. Por eso mismo Intocable se abre con una carrera a tumba abierta. A bordo de un coche viajan dos sujetos cuyo aspecto levantaría sospechas en cualquier espacio comercial dedicado al bienestar. Esa secuencia volverá a repetirse muchos minutos más tarde y la ferocidad de esos sujetos deviene en simpatía. Algo parecido a lo que Irreversible planteó en su día, solo que sin esa carga de agresiva violencia que rodeaba el filme de Gaspar Noé.
Pero aunque el filme se adentre en el territorio de la irreverencia, ésta no contiene veneno letal. Su objetivo es sencillo: reivindicar la autenticidad aunque se salpique con artificios y complacencias narrativas. Como hay un actor inmenso, Cluzet, y a su lado una bomba de energía, Omar Sy; y como los autores aliñan con humor lo que podía haber sido una indigesta apología sobre la superación de la adversidad, Intocable sale bien librada. Lo que tiene su mérito. Basta con imaginarse qué podrían hacer en Hollywood con ella, si hacen un remake.