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Padre biológico, madre prestada
Título Original: LE GAMIN AU VÉLO Dirección: Nanni Moretti Intérpretes: Michel Piccoli, Jerzy Stuhr, Renato Scarpa, Franco Graziosi, Camillo Milli, Nanni Moretti y Margherita Nacionalidad: Italia. Francia. 2011 Duración: 102 minutos ESTRENO: Noviembre 2011
La cuestión que ocupa a los Dardenne en El niño de la bicicleta ya había aparecido en sus filmes anteriores. Desde su primer largometraje de ficción, La promesa, estos narradores que cambiaron el cine documental de denuncia por la ficción usada como testigo de cargo, han apuntado una preocupación por las relaciones paterno-filiales. En su cine, el eslabón biológico no significa ni afecto, ni compromiso. De aquel padre especulador y amoral que sangraba a los emigrantes en su primer filme, a este niño desnortado empeñado en recuperar un progenitor que no le quiere, el toque de los Dardenne permanece reconocible aunque su cine muestre un giro radical en el fondo y la forma.
A primera vista, se impone que el ADN de El niño de la bicicleta conserva muchos de los tics de los Dardenne. Su retrato de personajes de clase media baja, el protagonismo de los niños/adolescentes y ese sórdido telón de fondo extraído de la Europa del malestar, la que gana cada euro a golpe de desgarro moral y de furia, proclaman su origen. Sin embargo, estos cineastas que aprendieron a hacer cine colocando la cámara frente a lo real, han introducido progresivamente elementos de ficción hasta desembocar en el artificio y lo artificial.
El niño de la bicicleta crece sobre un proceso iniciático, una reconversión que lleva a su niño protagonista a una metamorfosis saludada como un amanecer al optimismo. Si lo es, su eficacia resulta discutible porque a diferencia de El niño, El hijo y Rosetta, aquí los Dardenne fuerzan la situación hasta extremos inconcebibles. Pese al esforzado y soberbio hacer interpretativo, El niño de la bicicleta carece de la estabilidad de su obra anterior.
Situaciones como la del atraco, la metamorfosis del protagonista, el proceder del delincuente adolescente convertido en un diablo tentador, el desapego del padre y la infinita bondad de la “madre” de acogida nunca logran traspasar más allá de la máscara. De manera que sin ese hálito de sinceridad que atravesó lo mejor de su cine, El niño de la bicicleta arriesga en la construcción de un relato más poliédrico pero se deja en el camino la impagable sensación de verdad desnuda y seca que engrandeció el hacer de estos atípicos hermanos belgas.