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Muchos cambios, misma sensaciónTítulo Original: TRON: LEGACY Dirección: Joseph Kosinski Guión: Edward Kitsis y Adam Horowitz Intérpretes: Jeff Bridges, Garrett Hedlund, Olivia Wilde, Serinda Swan, Bruce Boxleitner, Beau Garrett y Michael Sheen Nacionalidad: EE.UU. 2010 Duración: 127 minutos ESTRENO: Diciembre 2010
Lo mejor del Tron original nunca habitó en su argumento y desde luego jamás se paseó por sus diálogos. Lo mejor del Tron: Legacy tampoco hay que buscarlo allí , sino en una imaginería visual que preludia nuevas vías de formulación icónica. Una aportación que hoy, como hiciera la película precedente hace más de veinte años, seduce por su originalidad. Ahora bien, más allá de algunas secuencias pletóricas de poderío estético, ese “lo que cuenta” el nuevo Tron acaba disuelto en una estética kitsch en donde la innovación aparente rezuma un rancio argumento de dudosa solidez.
Steven Lisberger, director y padre del primer Tron, ahora productor, ha reiterado su obsesión ante lo que él consideró el grave problema del filme de 1982, adelantarse a su tiempo. Tal vez por ello, el guión parece anclado en el legado de un pasado cercano. Tron: Legacy habla de la figura de un padre ausente, una figura paterna que alcanza diferentes proyecciones: la del hijo biológico, la del clon de sí mismo y la de la criatura virtual inventada para surcar por las entrañas de esa brecha virtual y simbólica que anida en el corazón de la red informática.
Hay una contradicción incómoda entre sus brillantes logros visuales y su atolondrada anécdota argumental. En realidad, la historia no sería tan mala si los diálogos hubieran tenido algún valor. Basta con convocar la secuencia en la que uno de los personajes describe el sol: “cálido, radiante, maravilloso”, con estética de fotonovela para lamentar que Joseph Kosinski no hubiera tenido el valor de arrancar las hojas del guión para dedicarse a recrear peleas, persecuciones y acción pura y simple con galas cibernéticas.
En su deseo de no perder el público que nunca tuvo el Tron de 1982, los guionistas miran hacia atrás, hacia Matrix, Ghost in the shell, Blade Runner… y, por supuesto, hacia el Tron seminal. Bajo ese peso, el perplejo rostro de Jeff Bridges, presente en el mismo filme con el aspecto de un hombre joven y de un hombre camino de la vejez, lo explica todo. Se mueve como un zombie en el concierto de Navidad, sabe que se ha equivocado de fiesta. Eso les pasa a los guionistas, no hacían falta en esta exaltación digital que aboga por el software libre. ¿De verdad?
En su deseo de no perder el público que nunca tuvo el Tron de 1982, los guionistas miran hacia atrás, hacia Matrix, Ghost in the shell, Blade Runner… y, por supuesto, hacia el Tron seminal. Bajo ese peso, el perplejo rostro de Jeff Bridges, presente en el mismo filme con el aspecto de un hombre joven y de un hombre camino de la vejez, lo explica todo. Se mueve como un zombie en el concierto de Navidad, sabe que se ha equivocado de fiesta. Eso les pasa a los guionistas, no hacían falta en esta exaltación digital que aboga por el software libre. ¿De verdad?