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El vacío, el amor y la muerte Título Original: A SINGLE MAn Dirección: Tom Ford Guión: Tom Ford y David Scearce; basado en la novela de Christopher Isherwood Intérpretes: Colin Firth, Julianne Moore, Matthew Goode, Nicholas Hoult, Ginnifer Goodwin, Teddy Sears y Jon Kortajarena Nacionalidad: EE.UU. 2009 Duración: 99 minutos ESTRENO: Febrero 2010
Hay en Un hombre soltero una extraña templanza y una perturbadora inquietud. Dirigida por Tom Ford, un diseñador de moda de asumida homosexualidad que debuta como director adaptando una novela en la que se describe la angustia de un profesor homosexual atormentado por la muerte en accidente de su amante en los primeros años 60, el filme no hace de la represión sexual, de los prejuicios y de la homofobia el motor de su relato. Al contrario. La obra original -icono gay-, escrita por Christopher Isherwood, deviene a través de Ford en una ácida reflexión sobre la desesperación universal ante la soledad y la muerte.
Un hombre soltero cuenta con un actor inspirado, Colin Firth; con una dirección sobria y con una ambientación/producción de cine de Oscar. O sea, es cine que se solaza, que se sabe anclado en diálogos de noble altura literaria, que desgrana una historia con calado y enjundia y que evita el chirrido. Todo en este filme reclama elegancia. Lánguida pulcritud y un toque cultamente british. Gestos sutiles como mostrar a su principal protagonista, encarnado por Colin Firth, leyendo con devoción a Aldous Huxley. Huxley fue amigo de Isherwood y falleció pocos meses después de lo que cuenta esta historia, el mismo día que Kennedy era asesinado en una ¿coincidencia fatal?
Tom Ford reconstruye, con mimo por el detalle y amor por el pliegue, los EE.UU. de los 60. Y en concreto el país que habitó la legión de británicos “intelectuales” que fue allí en pos de libertad y supervivencia. Pero el rigor puesto en la recreación cruje con un pequeño contratiempo, los rostros que aquí se convocan no pertenecen a los años 60 sino que son fruto del nuevo siglo. Es un pequeño detalle pero proyecta una sombra de irrealidad, de artificio que resta eficacia a lo que por otra parte brinda una serie de personajes, conflictos y dolores del alma de impagable factura. En algunas secuencias, Un hombre soltero devuelve la calidad de los ornatos que le alimentan: la prosa de Isherwood, el talento de Julianne Moore y Colin Firth, el esfuerzo del realizador,… En muchos momentos, Un hombre soltero alcanza esa sensación de inolvidable magia poética. Pero se trata de un sentimiento fugaz al que el misterio no siempre logra acompañar.
Un hombre soltero cuenta con un actor inspirado, Colin Firth; con una dirección sobria y con una ambientación/producción de cine de Oscar. O sea, es cine que se solaza, que se sabe anclado en diálogos de noble altura literaria, que desgrana una historia con calado y enjundia y que evita el chirrido. Todo en este filme reclama elegancia. Lánguida pulcritud y un toque cultamente british. Gestos sutiles como mostrar a su principal protagonista, encarnado por Colin Firth, leyendo con devoción a Aldous Huxley. Huxley fue amigo de Isherwood y falleció pocos meses después de lo que cuenta esta historia, el mismo día que Kennedy era asesinado en una ¿coincidencia fatal?
Tom Ford reconstruye, con mimo por el detalle y amor por el pliegue, los EE.UU. de los 60. Y en concreto el país que habitó la legión de británicos “intelectuales” que fue allí en pos de libertad y supervivencia. Pero el rigor puesto en la recreación cruje con un pequeño contratiempo, los rostros que aquí se convocan no pertenecen a los años 60 sino que son fruto del nuevo siglo. Es un pequeño detalle pero proyecta una sombra de irrealidad, de artificio que resta eficacia a lo que por otra parte brinda una serie de personajes, conflictos y dolores del alma de impagable factura. En algunas secuencias, Un hombre soltero devuelve la calidad de los ornatos que le alimentan: la prosa de Isherwood, el talento de Julianne Moore y Colin Firth, el esfuerzo del realizador,… En muchos momentos, Un hombre soltero alcanza esa sensación de inolvidable magia poética. Pero se trata de un sentimiento fugaz al que el misterio no siempre logra acompañar.