En tiempos blandos, aunque los de ahora mismo más que blandos resultan moralmente idiotas, la corrección política imperante favorece cultivar una visión buenista de la tercera edad. Bajo ese prisma que alcanzó su esplendor en el conmovedor “Buenos días” de Yasujiro Ozu, se suele retratar a los progenitores con un aura de abnegación y bondad, y víctimas del abandono.
A la nouvelle vague no le gustaba Claude Lelouch. Ahora, cuando de aquel proyecto apenas sobrevive el hechicero mayor, Jean Luc Godard, a quien Agnes Varda calificó de rata, el tiempo ratifica sus opinión. Y además se han librado de ver lo peor de Lelouch. Si el Lelouch que hace 53 años filmó “Un hombre y una mujer” con sus “dabadabada” y eso sí, la sensualidad desbordada de Anouk Aimée y Trintignant, les parecía cursi; el que ahora sostiene “Los años más bellos de una vida” los habría aniquilado.


