En la plenitud de su carrera, Francis Ford Coppola, convertido en un iluso David, se enfrentó a los molinos de Hollywood sin ser consciente de que eran gigantes vengativos. Lo hizo con un musical heterodoxo, un género que los grandes estudios habían desterrado y con el que Coppola se iba a enterrar. Corazonada significó la ruina del director que tuvo el mundo a sus pies tras firmar joyas como El padrino y Apocalypse Now.

Precedida por Once (2007), un insólito filme convertido en pieza de iniciación para quienes ahora se adentran en la treintena, Begin Again trata de no defraudar la creencia de que John Carney está llamado a rescatar el género musical del apartheid al que el tiempo del descreimiento digital había condenado.

Si el año pasado Searching for Sugar Man dirigida por el malogrado Malik Bendjelloul, arrasó en medio mundo y rescató de las tinieblas del olvido la figura de Sixto Rodríguez, A veinte pasos de la fama parece intentar algo semejante sacando del anonimato a las chicas del coro. Ambos filmes han ganado el Oscar a mejor filme documental, ambos se centran en la escena musical pero… ambos son profundamente distintos en todo lo demás.

Prácticamente A propósito de Llewyn Davis se abre y se cierra con la misma secuencia. En el principio y en el final de este filme, que se presentó en Cannes 2013, los Coen convocan y/o reciclan el mismo episodio. Se trata de un recurso ya utilizado por el cine clásico que provoca en curioso efecto. Siendo/viendo lo mismo, su lectura nos conduce a conclusiones diferentes porque entre la primera vez y su repetición, en cuanto espectadores, se nos ha iniciado en las entrañas del relato.