Almodóvar comienza su primer western, que ni es western ni es largo, con el manual de John Ford bajo el brazo. Como relata Steven Spielberg en “Los Fabelman” al reconstruir la fugaz conversación entre el autor de “Tiburón”, o sea él mismo, y el viejo maestro de “El hombre tranquilo”, o sea John Ford: en el arte cinematográfico la clave está en saber cómo colocar la cámara en relación con el horizonte. O arriba o abajo pero jamás en medio; esa es la “boutade”.
A lo largo de “Dolor y gloria”, último largometraje de Pedro Almodóvar, se menciona a Jean Cocteau. Se trata de una leve pero no inocente cita que pretende sugerir que ambos, Cocteau y Almodóvar, ocupan un lugar de honor -también citaban a Chejov y a Shakespeare- en el Olimpo del Arte. Si lo de Cocteau sería discutible, lo de Almodóvar da risa.