Tras filmar «Los duelistas», «Alien, el octavo pasajero» y «Blade Runner», como decía Simon Reynolds sobre Marc Bolan, Ridley Scott se sintió tan fabuloso que empezó a fabular. Desde entonces de sus manos han salido dos decenas de películas de todo tipo.

Ambientada en el primer tercio del siglo XVIII, cuando el absolutismo de las coronas europeas no conocía más límite que el de la decadencia y la podredumbre de la corte que custodiaba al monarca, «La tierra prometida» ahonda en la resbaladiza complejidad de eso que conocemos como la cuestión humana.