Casi al final de su carrera, cuando los nuevos cines habían sepultado su recuerdo, los hermanos Tavianni resurgieron del silencio con un ensayo audiovisual inclasificable: «César debe morir» (2012).
Como acontece en la celda donde se hacinan sus dos principales protagonistas encarnados por Miguel Herrán y Javier Gutiérrez, todo se dirime en dos niveles antagónicos. Así, en el camastro de arriba, el primero, Manuel, un contable pendiente de un juicio que nunca llega, escribe panfletos pidiendo respeto por los derechos y amnistía para la gente encarcelada