En los créditos, Luc Besson presenta sus respetos por la novela de Bram Stoker pero, en realidad, debería hacer otro tanto -y nada dice-, con respecto a la deuda contraída con el «Drácula» de Francis Ford Coppola.
Hace 22 años, EE.UU masacraba Irak, culpable —se decía— de poseer un arsenal de armas letales capaces de destruir la tierra. Según Aznar, uno de los cerebros más retorcidos del planeta, no había duda alguna sobre el poder destructivo del régimen de Sadam Husein. Había que acabar con los infieles a toda prisa.


