En la primera imagen de Los domingos, aparece un crucifijo en penumbra. La luz viene y va e infiere, en el Cristo clavado, una sensación evanescente, trémula, casi fantasmal. En la última, una mujer (Patricia López Arnaiz), con los ojos vidriosos por lágrimas latentes, cierra la historia de una derrota: la suya.
¿A dónde fue el autor de El globo blanco (1995) y El círculo (2000), (pre)destinado a recoger el testigo del maestro Abbas Kiarostami? ¿En qué accidente se quebró una trayectoria que lleva años viviendo una extraña impostura legitimada por festivales como Berlín y Cannes, donde su última película se alzó con la Palma de Oro?
Lo que hoy cenan en EE.UU., mañana se servirá en nuestro desayuno. Es lo que nos toca desde que finalizó la II Guerra Mundial. Cosas de la hegemonía económica, el imperialismo cultural yanqui y las obligaciones de la dependencia militar que Occidente tiene con respecto al único país del mundo que no dudó en arrojar bombas atómicas contra un enemigo ya derrotado.

