Con “Viudas”, el luto se impone por el descalabro anunciado de Steve McQueen, un artista fugaz que, como los recuerdos del Roy Batty de Blade Runner, se disuelve como lágrimas en la lluvia. Se ha bromeado mucho sobre la cruz que Steve McQueen, un londinense de origen africano, tuvo que soportar al ser bautizado con el nombre de la inolvidable estrella nacida en Indiana en 1930.

En la misma semana que se produce el estreno estatal de “Entre dos aguas”, Isaki Lacuesta protagoniza en el Centro George Pompidou de París una retrospectiva de su trabajo. Se recuerda que el templo del arte contemporáneo francés rara vez se ha abierto al reconocimiento de un artista nacido en este lado de los Pirineos. Y al mismo tiempo que Lacuesta protagonizaba la parrilla cinematográfica parisina, TVE estrenó su anterior película; un disparate humorístico que ni hizo reir al público ni supo contentar a sus productores, porque fue un fiasco total.

Por más que su trama central aparezca enfocada en el dilema ético del rechazo de prácticas médicas por creencias religiosas, en “El veredicto” hay otras corrientes subterráneas. Es cierto que el título español hace referencia directa a la causa judicial por la que la ley debe decidir entre la fe y la ciencia. En síntesis, el título alude a la decisión de una juez ante la denuncia de un hospital por la negativa de unos padres, testigos de Jehová, a que su hijo reciba transfusiones de sangre para hacer frente a una intervención quirúrgica.

Para filmar “SuperLópez”, un producto considerado seguro por el gran predicamento que le acompaña, no se han escatimado esfuerzos. Lo que no quiere decir que no haya habido problemas. De hecho, el proyecto dio tumbos y pasó de mano en mano hasta llegar donde se encuentra ahora. Bajo el control de un director que sabía qué significa llevar del papel del TíoVivo al cine comercial a uno de sus personajes.