Sexo virtual, placer sin riesgo
Título Original: DON JON´S ADDICTION Dirección y guión: Joseph Gordon-Levitt   Fotografía: Thomas Kloss Intérpretes: Joseph Gordon-Levitt, Scarlett Johansson, Julianne Moore, Tony Danza, Glenne Headly y  Brie Larson Nacionalidad: EE.UU. 2013  Duración:  90 minutos  ESTRENO: Noviembre 2013
 
A los quince minutos, las alarmas que provoca Don Jon se apoderan incluso de aquellos espectadores que se identifican con su protagonista. A la hora y cuarto se hace evidente que este actor-director-guionista sabe lo que hace y en ese hacer lo que sabe late una bofetada a tanta exaltación erótica de comedia gruesa para descerebrados que van al cine en busca de carne, chistes y destrucción. Dicho de otro modo, aunque Joseph Gordon-Levitt no puede sobreponerse a los límites de su propio argumento, la exaltación febril de un obseso del sexo virtual, voraz consumidor de pornografía en internet y de servilletas de papel con las que limpiar sus proezas; sí consigue mantenerse en pie los noventa minutos que dura su película. Un alto porcentaje del mérito descansa en la actriz que le da réplica, una Scarlett Johansson en un personaje de dominatrix castradora. Su paradigma asume y representa toda la larga retahíla de prejuicios misóginos. Ella es la esposa domadora de la que algunos varones huyen para caer en la esposa madre, menos explosiva pero igualmente no menos desactivadora. 
Emparentada por el apetito irreprimible de su principal personaje con Shame (2011), el relato moralista y oscuro de Steve McQueen con el que se consolidó la figura de Michael Fassbender, Gordon-Levitt no se plantea la adición a la pornografía desde ninguna mirada culpable por más que, entre secuencia y secuencia, su protagonista acuda a confesarse en una atmósfera eclasiástica más costumbrista que religiosa o espiritual.
Sin pretensiones inquisitoriales, lo que Don Jon desgrana es una suerte de crónica sentimental sobre un gallito de discoteca. Un conquistador en plena forma que confiesa preferir la excitación digital al sexo real. La aparente superficialidad del personaje no mancha las intenciones de la película y éstas no se conforman con elaborar un demoledor retrato de un tipo de hombre contemporáneo,  sino que se recrean con algunos detalles familiares de cierta eficacia y de certera gracia. En buena medida porque el casting funciona y el director no se complica las cosas, aunque eso no quiere decir que se quede la epidermis de lo que muestra.Hay algo más, no es demasiado, pero es más que nada.
 
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