Gala de famosos
Título Original: RED 2 Dirección:  Dean Parisot Guión:  Erich Hoeber y Jon Hoeber Intérpretes: Bruce Willis,  John Malkovich, Helen Mirren, Mary-Louise Parker, Catherine Zeta-Jones, Anthony Hopkins y Byung-Hun Lee  Nacionalidad: EE.UU. 2013 Duración: 116 minutos ESTRENO: Agosto 2013

Lo  que se dijo de RED, podría ser dicho de RED 2, puesto que prácticamente nada ha cambiado. Bueno, en todo caso, lo que en la primera entrega se debía a una cierta contención, toda vez que partía de la novela gráfica de trazos oscuros de Warren Ellis; aquí se debe al júbilo del reencuentro. RED funcionó bien. Tanto en taquilla, razón decisiva para esta segunda parte, como a niveles de entretenimiento y dignidad de producto. Esa mezcla de la saga Bourne pasada por el colador vintage del Robin y Marian de Lester, aquí se deja llevar por la euforia. Especialmente John Malkovich y su colección de sombreros, cuyo personaje vemos de cuerpo presente ante el desesperado estupor de un Bruce Willis decidido a no volver al mundo de la licencia para matar.
De la anterior entrega permanecen los fundamentos, o sea: Bruce WillisJohn Malkovich, Helen Mirren, Mary-Louise Parker... y ha cambiado su director. Al alemán Robert Schwentke le ha sucedido Dean Parisot, un profesional norteamericano más inclinado por la comedia, cercano al universo de Apatow y curtido en el campo televisivo.
El relevo se deja notar en el subrayado cómico, en una querencia por el lado menos pantanoso y realista  de un relato que funde y confunde a profesionales de los servicios secretos de todo el mundo en un periplo que recorre ciudades y siembra el camino de sangre y delirio. Se trata de un gran guiñol que pone patas arriba el mundo del 007. Parisot dirige la nave con vigor y rigor y la lleva hacia un puerto seguro, el que explotaron con acierto y éxito (comercial) Arnold Schwarzeneger Jamie Lee Curtis con sus Mentiras arriesgadas. Aquí también hay mentiras, y enredos, y tramas imposibles… y un recorrido geográfico que parece un top ten mundial del género. Con el tono abiertamente socarrón, con el ahondamiento en algunos filones entreabiertos en la pieza original y con la sensación de que Willis y compañía se lo han pasado bien, el resultado se parece mucho al ideal de un filme para pasar una tarde de domingo sin que a uno le venza la siesta.



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