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El pintor y la adolescente
Título Original: BIENVENU PARMI NOUS Dirección: Jean Becker Guión:Jean Becker y François D’Epenoux, con la colaboración de Marie Sabine Roger; basado en la novela de Eric Holder Intérpretes: Patrick Chesnais, Jeanne Lambert , Miou-Miou, Jacques Weber y Xavier Gallais Nacionalidad: Francia. 2012 Duración: 90 minutos Estreno: JUNIO 2013
Los que consideraron apreciable el filme de Fernando Trueba, El artista y la modelo, probablemente encuentren algún regocijo en esta película que conforma con la cinta de Trueba, un díptico pérfido sobre la vejez. No hay acritud en esa afirmación, tan solo una evidencia y una paradoja. Que Jean Becker, que acaba de cumplir 80 años, narre un filme así se ajusta a una realidad biológica. Lo de Trueba, con veinte años menos, es un caso inquietantemente precoz.
Aquí, como en la cinta de Trueba, el meollo argumental gira en torno al encuentro de un pintor y una joven que servirá de modelo. En el caso del filme de Becker, extraído de la novela de Eric Holder, el punto de partida es la desesperación con tendencias suicidas de un artista que, en plena madurez, se siente hastiado. Tiene una mujer que le quiere, dos hijos afectuosos, nietos sanos,… éxito y dinero. Pero ha perdido las ganas de vivir y cuando se dispone a morir, el encuentro con una adolescente, maltratada por su padrastro, despreciada por su madre, da lugar a una relación redentora. Son dos náufragos a punto de hundirse que, en su desesperación, encontrarán la razón de su epifanía.
Esta historia con querencia por el sentimentalismo sirve a Becker para continuar con el cine que le caracteriza en estos últimos años. Mi encuentro con Marilou no es sino la prolongación del hacer en Conversaciones con mi jardinero (2008) y Mis tardes con Margeritte (2010). Una prolongación que da síntomas de complacencia e insustancialidad. Abonado a esta serie de relatos con moraleja vitalista y tono acaramelado, este filme es el peor de los tres. Y lo es porque Becker muestra una pereza comprensible pero letal para el resultado final. Estamos ante el reverso de Mis tardes con Margeritte. Solo que aquí, los diálogos entre la quinceañera y el veterano pintor resultan irrelevantes. Poco tienen que decirse. Además la joven actriz empalaga por su actitud y falta de carisma. Sin emoción, en medio de un relato anodino e inverosímil, Becker recupera un relámpago de su propio filme, L’Été meurtrier (1983). Y ante el desgarro de aquella Isabel Adjani y la sosería de Jeanne Lambert, se impone la reflexión de González Acilu: “El tiempo todo lo ablanda”. Becker puede probarlo.