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Mi padre, mi héroe
Título Original: SNITCH Dirección: Ric Roman Waugh Guion: Justin Haythe y Ric Roman Waugh Intérpretes: Dwayne Johnson, Barry Pepper, Jon Bernthal, Susan Sarandon y Nadine Velazquez Nacionalidad: EE.UU. 2013 Duración: 112 minutos ESTRENO: Junio 2013
Ya no hay serie B como formato industrial, al menos no como la que se practicó hace más de medio siglo. En su defecto, ahora cabría de hablar de serie B atendiendo a la anorexia del guión, a la renuncia del director e incluso a la servidumbre a un star system que ha cambiado el glamour por la testosterona. El principal y único motivo de la existencia de El mensajero es el de servir de escaparate a Dwayne Johnson, un actor cara de piedra, coetáneo de Jason Statham y Vin Diesel y que en algún modo ha llegado al cine para recoger el testigo que los ya agotados Schwarzenegger, Stallone, Willis y compañía recogieron a su vez de gentes como Bronson y Eastwood. Con alguna excepción, son actores de baja intensidad expresiva y Johnson no escapa de esa regla.
Por otro lado, Ric Roman Waugh (Criminal), de oficio especialista devenido en director, resuelve el reto sin dificultad pero sin ambición ni singularidad y cumple el encargo de darle un cierto respaldo actoral a The Rock. ¡La roca es humana!.
Convertido en un padre de familia, con un hijo canelo al que el destino le juega la mala pasada de involucrarle en un caso de narcotráfico, Dwayne Johnson, o sea su personaje, asume un rol que le llevará a colaborar en una operación policial para luchar contra el narcotráfico. Dicho de otro modo, estamos ante un “quid pro quo” de justificación complicada y de naturaleza inverosímil por más que quiera anclarse en una apariencia de realidad. Al atribulado padre Johnson se le pide que ayude a desmontar una red peligrosa con la promesa de dejar libre a su hijo, un encargo que le llevará a reiterar la transformación del hombre corriente en un justiciero eficaz. Pero como lo que le interesa a Roman Waugh es la acción, pronto del filme sortea cualquier atisbo de reflexión sobre la moralidad y pertinencia de ese juego perverso para dedicarse a lo que ha forjado la carrera actoral de Johnson; la acción. Y como tal, como cine de evasión, la cinta es correcta. Una obra idónea para una sesión doble donde presencias como la de Susan Sarandon solo añaden la agria evidencia de constatar que la vida actoral no es fácil cuando una profesional como ella decide asumir papeles tan irrelevantes como el que aquí interpreta.