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Adiós a la memoria
Título Original: ROBOT & FRANK Dirección:  Jake Schreier   Guion:  Christopher Ford Intérpretes:  Frank Langella, James Marsden, Liv Tyler, Susan Sarandon, Jeremy Strong, Jeremy Sisto y Peter Sarsgaard  Nacionalidad:  EE.UU. 2012    Duración: 89 minutos ESTRENO: Mayo 2013

Atravesada por esa indefinición en la que se mueve la nueva comedia americana, hablamos de la que evita la sal gruesa y propone discursos escritos con tinta bizarra, Un amigo para Frank combina ritmos diferentes al servicio de un baile emocional sobre la vejez. Para ello propone una pirueta agridulce capaz de evitar la autocomplacencia. Su mirada crepuscular en torno a la deriva del personaje que da título al filme, Frank, un anciano que comienza a sufrir las interferencias y los borrados caprichosos del Alzheimer, ofrece algunos detalles de ingenio. Una escritura de guión que se pertrecha en un par de quiebros singulares determina su tempo y, como acontece en propuestas personales, el filme posee una sensación de extrañamiento que se labra un hueco en el recuerdo.   
Básicamente lo que Jake Schreier propone para su primer largometraje como director es una radiografía mucho más profunda de lo que aparenta, a la esencia de la naturaleza humana. Un amigo para Frank habla de la memoria. Schreier muestra que somos lo que recordamos, pero la cuestión reside en ¿qué es lo que recordamos?
Bajo el disfraz de un melodrama otoñal, Schreier cambia pronto el tono de su apertura. Lo que se inicia con una reflexión en torno a la fragilidad de un anciano que se refugia en la lectura, gira hacia la ciencia-ficción y acude al thriller ligero salpicado de humor. Lo avisa en su primera imagen, en un futuro reciente, sin que se pueda determinar cuántos años nos separan. Sabemos que son los suficientes para que la tecnología humana haya avanzado en la creación de robots capaces de cuidar a personas mayores. Uno de ellos, sin nombre, es lo que el hijo de Frank le lleva a su padre, preocupado por su progresiva pérdida de memoria. De la relación entre ambos, el robot de memoria artificial y el hombre de la memoria rota surge una relación de amistad; una buddie movie que mezcla Rufufú con Robinson Crusoe y que, pese a algunas concesiones fáciles contra la estulticia de los pijos de mucho dinero y poca sensibilidad, ofrece muchos elementos notables y un final que desarma. No hay piedad y por no haberla, sabemos que Frank se apagará sin olvidar a su último amigo, Robot, a quien no reemplazará por otra máquina.

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