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Barcelona, el día después
Título Original: LOS ÚLTIMOS DÍAS Dirección y guión: David Pastor y Àlex Pastor Intérpretes: Quim Gutiérrez, José Coronado , Marta Etura, Leticia Dolera e Iván Massagué Música: Fernando Velázquez Nacionalidad: España, Francia. 2013 Duración: 103 minutos ESTRENO: Marzo 2013
En 1983, Luc Besson filmó Kamikaze 1999 (El último combate). En aquel filme recreaba un paisaje apocalíptico en donde la humanidad había enmudecido. En una sociedad que metafórica y literalmente había perdido el lenguaje, Besson describía un campo de batalla, una lucha sin cuartel por sobrevivir. Rodada en blanco y negro, en aquel filme por vez primera tuvimos noticia de un actor peculiar llamado Jean Reno y supimos que aquel cineasta de 23 años, llamado Besson, además de ganar el festival de Sitges, presentaba la osadía de responder a Hollywood desde una posmodernidad europea a golpe de talento, frescura y singularidad.
Han pasado 30 años, Besson ha mantenido una carrera llena de quiebros y altibajos y gobierna un imperio, aunque ha pagado el precio de renunciar a ser el autor que prometía ser. Pero su película, comparada hoy con el segundo largometraje de los hermanos Pastor, sigue siendo modélica. Aquel Kamikaze 1999 representa un modelo a seguir desde el cine independiente si se desea penetrar en el siempre minado terreno de la ciencia ficción. Ya se sabe, ese género que se disfraza de futuro para hablar del presente mientras salda cuentas con el pasado. Un género que los hermanos Pastor cultivan y que, al margen de su trayectoria como cortometrajistas, les sirvió de despegue en su largometraje de debut, Infectados (2009); un filme que, con vitola norteamericana, se sabía humilde y, con pocos medios, lograba sostener una trama convencional movida por dos giros estimables, recurso de guionistas con inspiración.
En este Los últimos días, en la línea de algunos compatriotas también abonados al género sci-fi, los hermanos Pastor acuden a ese lugar común por el que el mundo ha sufrido una extraña mutación, el caos se impone y los supervivientes se desgarran entre sí para hacerse con los alimentos que quedan. Cualquier espectador, por ajeno que esté al género, podría enumerar al menos docena y media de títulos de cierto éxito aparecidos en los últimos años. Y ese es el mayor problema que los hermanos Pastor no consiguen resolver. Lo propio de las fábulas distópicas es procurar algún barniz de originalidad que justifique su existencia y en Los últimos días nada hay propio ni singular, nada salvo el hecho de convertir Barcelona en una Nueva York agonizante por una descomposición distópica.
La razón de la falta de interés que provoca este filme corroe las entrañas de los dos fundamentos del cine: el guión, aquí plano, irrelevante, con diálogos insustanciales, con personajes sin pliegues ni entidad, y la realización; en este caso acongojada por la necesidad de mimar los efectos digitales e incapaz de jugar con los pretextos argumentales que el guión ofrecía. En realidad, el punto de arranque de Los últimos días nos remite a la situación planteada por el Buñuel de El ángel exterminador. De repente la humanidad no puede salir a la calle, una suerte de epidemia de hikikomoris global provoca la muerte de aquellos que se asoman a la calle. Un Mcguffin al que los hermanos Pastor tratan con habilidad: nos ahorran explicaciones innecesarias. Pero ahí acaban sus aciertos; el resto, el relato de dos compañeros de viaje, a priori condenados a enfrentarse, a posteriori, capaces de ayudarse, se rompe porque Coronado tiene recursos pero su personaje es de paja y Quim Gutiérrez tenía algún asidero pero como actor muestra una anemia de UCI interpretativa. Sin personajes no hay tensión y sin suspense no hay posibilidad de esperar nada de este filme mas que olvidarlo rápidamente y aprender la lección ya sabida de que a Hollywood no se le puede ganar con sus propias armas.