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En busca de la juventud perdida
Título Original: MEN IN BLACK 3 Dirección: Barry Sonnenfeld Guion: Etan Cohen; basado en el cómic de Lowell Cunningham Intérpretes: Will Smith, Tommy Lee Jones, Josh Brolin, Alice Eve, Emma Thompson, Jemaine Clement y Michael Stuhlbarg Nacionalidad: EE.UU, 2012 Duración: 106 minutos ESTRENO: Junio 2012
A veces, las circunstancias de la realidad imponen su ley a la ficción, y algo de eso acontece en Men in Black 3, donde una cansado Tommy Lee Jones da muestras de estar más fuera que dentro del filme. Tanto, que el guionista, Etan Cohen, nada que ver con los Cohen de Fargo, se inventa un viaje en el tiempo que permite un malabarismo extravagante: convierte a Josh Brolin en un rejuvenecido Tommy Lee Jones. Así, una urgencia biológica, Jones no está para demasiados saltos, nutre un retruécano argumental que termina casi por abrazar al Chris Marker de La Jetée.
El problema es que hay más ideas en el esqueleto argumental de esta entrega, que gracia y fuerza en la realización de un Barry Sonnenfeld que, a juzgar por la falta de brillantez de su película, se diría que está tan agotado como Tommy Lee Jones. Lo peor que le puede pasar a una película, convertida en paradigma de cierto gamberrismo narrativo, es que sus gracias carezcan de mordiente y que sus personajes hayan perdido la capacidad de hacer reir. En Men in Black 3 se asiste al ritual de la decadencia. Aquí acontece lo que Chaplin mostraba en Candilejas, el crepúsculo de un payaso que repite los chistes que antes provocaban hilaridad ante un nuevo público que termina bostezando.
Da igual que Cohen opte por la precuela en lugar de la secuela, en los últimos años estas franquicias han mostrado más eficacia cuando han abundado en el origen que cuando han tratado de mostrar nuevas aventuras. X-men sería un ejemplo de lo primero y Iron Man, La Momia e Indiana Jones, una prueba de lo segundo. Y sin embargo, en ese retorno al año 69, en su recorrido por la Factoría de Warhol, en la humorada de convertir al padre de la Velvet Underground en un men in black se vislumbra un yacimiento de material dispuesto para generar carburante de alto octanaje. Si lo había, Sonnenfeld no sabe utilizarlo y sin él, Will Smith se echa la película a sus espaldas para retornar a sus histriónicos orígenes. Un desfile de tics que dejan imperturbable al Tommy Lee Jones de ahora y que no emocionan al Josh Brolin que lo reemplaza en su juventud. Sin posibilidad de roce, no hay ignición y nada arde y en Men in Black 3 nada devuelve el resplandor de los primeros tiempos.
El problema es que hay más ideas en el esqueleto argumental de esta entrega, que gracia y fuerza en la realización de un Barry Sonnenfeld que, a juzgar por la falta de brillantez de su película, se diría que está tan agotado como Tommy Lee Jones. Lo peor que le puede pasar a una película, convertida en paradigma de cierto gamberrismo narrativo, es que sus gracias carezcan de mordiente y que sus personajes hayan perdido la capacidad de hacer reir. En Men in Black 3 se asiste al ritual de la decadencia. Aquí acontece lo que Chaplin mostraba en Candilejas, el crepúsculo de un payaso que repite los chistes que antes provocaban hilaridad ante un nuevo público que termina bostezando.
Da igual que Cohen opte por la precuela en lugar de la secuela, en los últimos años estas franquicias han mostrado más eficacia cuando han abundado en el origen que cuando han tratado de mostrar nuevas aventuras. X-men sería un ejemplo de lo primero y Iron Man, La Momia e Indiana Jones, una prueba de lo segundo. Y sin embargo, en ese retorno al año 69, en su recorrido por la Factoría de Warhol, en la humorada de convertir al padre de la Velvet Underground en un men in black se vislumbra un yacimiento de material dispuesto para generar carburante de alto octanaje. Si lo había, Sonnenfeld no sabe utilizarlo y sin él, Will Smith se echa la película a sus espaldas para retornar a sus histriónicos orígenes. Un desfile de tics que dejan imperturbable al Tommy Lee Jones de ahora y que no emocionan al Josh Brolin que lo reemplaza en su juventud. Sin posibilidad de roce, no hay ignición y nada arde y en Men in Black 3 nada devuelve el resplandor de los primeros tiempos.