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El horror de lo cotidiano
Título Original: YOUNG ADULT Dirección: Jason Reitman Guión: Diablo Cody Intérpretes: Charlize Theron, Patrick Wilson, Elizabeth Reaser, Patton Oswalt , Jill Eikenberry, Richard Bekins y Collette Wolfe Nacionalidad: EE.UU. 2011 Duración: 94 minutos ESTRENO: Febrero 2012

Jason Reitman en cuatro largometrajes ha dejado clara su voluntad de reescribir las reglas del género más americano de todos a juzgar por el número de títulos que ha producido a lo largo de la Historia. ¿El western? No, la comedia. Hijo del productor y director Ivan Reitman, el director de Juno, y Gracias por fumar, forma parte de un pequeño grupo de cineastas jóvenes que se enfrentan al género evitando tanto el exceso que tanto gusta a los universitarios descerebrados amigos de resacones y eructos, como el resabio indie enfocado para espectadores gafapastas y/o devotos de San Mac Apple. Ni sal gruesa ni sobreentendido resabiado. Reitman, como Payne, construye filmes con hoja de sierra habitados por personajes decididamente patéticos. Si Wilder aplicó un lingotazo de acidez al cine de Capra, y Cassavettes le quitó el hielo; Reitman va un paso más allá, todos sus personajes resultan incómodos. Se diría que Reitman parece odiar a la protagonista absoluta de Young Adult, una Charlize Theron lanzada a tumba abierta para dar vida a un personaje que despierta compasión e irritación en una dosis inestable que puede estallar en cualquier momento. Reitman, siempre dispuesto a socavar las correcciones políticas y los buenos hábitos, zarandea al espectador colocando ante él espejos deformados y retratos perversos de lo que más teme.
Reitman habló con dolorosa lucidez de adolescentes que rechazaban el instinto maternal sin sentimiento de culpa alguno, de vendedores de tabaco capaces de relativizar los perjucios del veneno que les hacían ricos y de ejecutivos encargados de dar el tiro de gracia a los empleados escogidos para ser carne de paro. Ahora su discurso se complace en vaciar como un taxidermista sin corazón, la soledad de una triunfadora, reina de belleza de su instituto en su juventud, siempre objeto de deseo por su cuerpo, escritora que triunfa para asombro y envidia de todos y mujer infeliz, vulnerable, alcoholizada y condenada a tener sexo fácil y amor imposible. ¿Reaccionaria mirada de un moralista conservador? Ese es el riesgo que Reitman carga durante muchos minutos para reequilibrar su retrato e incluir en él, una galería de personajes en los que se dibuja el aburrido horror de lo cotidiano.

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